El socialismo francés ante Europa
SE HA producido un cambio sustancial en la posición del Gobierno socialista francés sobre el tema particularmente delicado de la utilización de los misiles nucleares franceses. Poco antes de su llegada al poder, el presidente Mitterrand modificó la posición tradicional de su partido, contraria a la posesión por Francia de armas nucleares, y adoptó la doctrina gaullista en esta materia. El cambio actual -y no huelga subrayarlo- empezó a manifestarse no en reuniones gubernamentales, sino en una asamblea de partidos socialistas de países pertenecientes a la OTAN celebrada en Lisboa en marzo del presente año. El responsable de política exterior del Partido Socialista Francés (PSF), Huntzinger, causó entonces cierta sorpresa al perfilar la nueva concepción. La discu sión ha continuado en los últimos meses en los círculos políticos y en los órganos del Estado. La nueva doctrina acaba de ser hecha pública en París en un documento oficial del PSF. Parte de que Europa occidental, aun permaneciendo en la OTAN, debe reconocer que sus intereses estratégicos difieren de los de EE UU y que ne cesita asumir cada vez más su propia defensa. Ello implica, a todas luces, un esfuerzo europeo en materia de armas clásicas. Hasta aquí, se trata de ideas ya maneja das; lo nuevo consiste en que se admite por primera vez la eventualidad de que los misiles nucleares franceses, colocados en submarinos y en tierra, en la meseta de Albión, se conviertan en la base de una disuasión nuclear para defender Europa occidental, y específicamente el territorio de la República Federal de Alemania, calificado como el "territorio más vulnerable". Aunque a primera vista pueda parecer contradictorio, no cabe duda de que el plan norteamericano de guerra de las galaxias ha actuado como acicate para los planes europeístas. La nueva iniciativa de defensa estratégica (SDI) encierra una dinámica directamente contraria a la de la OTAN. Su objetivo esencial, un escudo capaz de proteger el territorio de EE UU de cualquier ataque, debilita el enganche con Europa, y provoca en Europa un esfuerzo por tomar en sus manos su propia defensa.
La nueva doctrina francesa tiende a evitar que siga desarrollándose en la RFA cierta propensión a distanciarse de la construcción europea, que ha tenido diversas expresiones en los últimos tiempos. París ve una amenaza en la tendencia del canciller Kohl a aceptar una dependencia total con respecto a EE UU. Por otra parte, si los socialistas franceses jamás se han opuesto a la ostpolitik de la socialdemocracia alemana occidental, no puede entusiasmarles que ésta se extreme hasta niveles imprevisibles; por ejemplo, a que en nombre de la unidad alemana pueda aceptarse cierta forma de hegemonía soviética, lo que algunos califican -con escasa exactitud histórica- de un nuevo Rapallo.
El objetivo de esta nueva política francesa no es, en modo alguno, agudizar la confrontación militar con la URSS. Se trata más bien de lo contrario: permitir a Europa actuar como tal en política internacional, facilitar su diálogo con la URSS, pluralizar las relaciones internacionales, que Europa no tenga que aceptar simplemente lo que decidan las dos superpotencias. El documento del PSF dice claramente: "Una Europa occidental militarmente debilitada o desarmada frente a una URSS pacífica, pero militarmente superpotente, no podría actuar por sí misma". No cabe negar la oportunidad de los nuevos planteamientos franceses. En la medida en que apuntan en Moscú nuevas tendencias en política exterior, es decisivo que Europa esté en condiciones de tener su propia voz. Es sintomático que Gorbachov haya decidido visitar París un mes antes de su encuentro con Reagan en Ginebra, una ciudad neutral.
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