Goldie Reagan
Herbert Ross no tiene mal pulso como director de comedias y en Protocolo distribuye los ingredientes cómicos con cierto sentido de la medida y con habilidad, hasta el punto de que saca de ellos bastante más partido de lo que el guión deja entrever. Protocolo, sin ser una buena comedia, tiene escenas con gracia y puede verse. Sus muchas limitaciones proceden del mediocre guión en que se basa.La primera y más grave limitación es que se trata con toda evidencia de una comedia de encargo, a la medida de la simpática pero limitada actriz Goldie Hawn, que para mayor evidencia es la productora de la película. La Hawn repite una y otra vez un mismo personaje, sacado con computadora de sus características: chica algo retrasada mental, rara mezcla de ingenuidad y audacia, una encantadora metepatas que emplea a destajo el viejo gancho erótico de la chica: tonta, tan explotado por el cine norteamericano clásico.
Protocolo
Dirección: Herbert Ross. Guión: Buck Henry. Intérpretes: Goldie Hawn, Chris Sarandon, Cliff de Young, Gail Strickland, André Gregory, Keith Szarabajka, Ed Begley Jr., Richard Romanus, James Staley, Kermeth Mac Millan. Producción norteamericana de SyIbert y Hawn para Warner Brothers, 1984.Estreno en Madrid: cines Callao y Vergara.
Baste recordar, para entendernos, algunas de las grandes comedias de George Cukor con Judy Hollyday, o las de Billy Wilder con Kim Novak y Marilyn Monroe. Estas tres actrices fueron consumadas especialistas en sacar a relucir las gracias sexuales de sus magníficos personajes de tontas fatales. Pero a Goldie Hawn le falta la contundencia física de sus predecesoras y, por lo que respecta a Marilyn Monroe y Judy Hollyday, le falta su maestría interpretativa. Además no tiene guardadas las espaldas por los dos directores que llevaron a estas actrices a sus respectivas cumbres.
Enredo conservador
En efecto, Ross no es Cukor, ni Wilder. Tampoco es Frank Capra, aunque en Protocolo juega a serlo. ¿Por qué? En las tradiciones de la comedia norteamericana hay, una especie de subclase de comedia política, que Capra llevó a su cumbre en los tiempos del New Deal. Y lo mismo que hubo una comedia a lo Roosevelt y otra a lo Kennedy, ahora aparece una comedia a lo Reagan. Protocolo es una de ellas, agarrada al viejo patrón por los pelos, pero ateniendose a sus leyes.Con engañoso aspecto crítico, Protocolo es un enredo reverencial, muy conservador, respecto del poder político estadounidense. Tiene esto sentido como comedia de consumo familiar en los abundantes sectores reaccionarios. de EE UU, pero fuera de ellos es una tonta contemplación norteamericana del propio ombligo. Nueva bobería que añadir a la que juega Goldie Hawn.
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