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La guerra racial en Africa

(...) En Suráfrica se vive la gran guerra racial. Los negros atacan dentro y fuera del país. La riada negra empuja a los blancos, víctimas del pánico, a buscar la huida en avión. (...) Otros buscan la salvación en las aldeas de sus propios criados. Una época llega a su fin.La sombría imagen del fin violento del dominio blanco en El Cabo lo describe la surafricana Nadine Gordimer en su novela. La gente de Valia narra lo que dicen y afirman muchos blancos: que aquí está su patria, y no en otro lugar, y que como parias blancos han nacido en un continente negro. (...)

Pesadillas como las que describe Nadine Gordimer invaden a los blancos, hasta en la Ciudad del Cabo. El derrotismo es su debilidad, pues, a diferencia de los británicos, franceses y portugueses, no pueden volver a una madre patria, aunque se sientan colonizadores y misioneros.

Los 4,8 millones de blancos de Suráfrica muestran coraje, pese a que la mayoría de 22 millones de negros, así como los 3,7 millones de mestizos, continúan siendo explotados. Se invoca que muchas veces se les ha presagiado su inevitable decadencia. Sin embargo, los blancos han ido superando todas las tempestades.

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Superaron los incidentes de Sharpeville, en 1960, en los que la policía asesinó a 69 negros que se manifestaban contra los pasaportes discriminatorios, y que desencadenó una ola mundial de protestas contra el racismo de Suráfrica. Superaron en 1963 un boicoteo de armas de forma brillante: el país se transformó de importador en exportador de armamentos. Superaron las sanciones petrolíferas de la Organización de Países Exportadores de Petróleo: los surafricanos aprendieron a extraer combustible del carbón y acumularon reservas de petróleo para 10 años.

Superaron Soweto, en 1976, donde se produjo una protesta escolar contra el idioma de los blancos, el afrikaner, que llevó a una verdadera batalla contra las fuerzas de seguridad. La revuelta se extendió por todo el país, y la policía asesinó a 575 jóvenes negros. (...) En este comienzo del verano de 1985, Pieter Willen Botha, presidente de Suráfrica, declaró que existe una drástica escalada del clima revolucionario.

El Gobierno surafricano contempla con espanto cómo se quiebran todas las estructuras establecidas. (...) No pasa un día sin que los jóvenes negros desafilen la autoridad del Estado del apartheid con piedras y cócteles molotov. (...) El momento del fin del dominio blanco no puede predecirse todavía, pero es seguro que va hacia su fin. Desde Sharpeville y Soweto, la situación ha cambiado dramáticamente. (...)

, 17 de junio

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