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Las diferencias entre los 'diez' cuestionan el éxito de la próxima 'cumbre' de Milán

Andrés Ortega

A juzgar por la falta de resultados de los debates de ayer en Luxemburgo entre los ministros de Asuntos Exteriores de los diez, la cumbre europea de Milán no será el éxito que se esperaba. Cuando ya se empieza a hablar de que la cumbre decisiva sea la de Luxemburgo, en diciembre, es que Milán está condenada a ser una gran discusión y poco más. A 10 días de la apertura de la cumbre -y ayer era la última reunión de preparación-, las divergencias son demasiado profundas entre los diez.

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Lo más que puede salir ahora de Milán es un calendario de trabajo sobre los problemas institucionales (las restricciones al uso del veto, pero no su eliminación), sobre la creación de un verdadero mercado interior en la CEE, y sobre la puesta en marcha de una Europa de la tecnología. De Milán saldría un mandato a los ministros para que trabajaran sobre estos temas de cara a decidir en la cumbre de diciembre, y comenzar a poner en marcha las reformas el 1 de enero de 1986.El propio ministro francés de Asuntos Exteriores, Roland Dumas señaló que "Milán no puede decidir enseguida. Es una primera prueba de la verdad. Pero las cosas no están maduras para una decisión".

El jefe de la diplomacia británica, sir Geoffrey Howe, quiere que de Milán salgan "pasos prácticos hacia la Union Europea". Su plan prevé la creación de un verdadero Mercado Común único (sin fronteras ni trabas en la CEE) para 1990 (la Comisión Europea ha propuesto un plan detallado en este terreno con la fecha de 1992 como límite), sobre todo en la libre circulación de mercancías, servicios (los británicos insisten mucho, por ejemplo, en los seguros), libertad de establecimiento y un mercado liberalizado del transporte.

Naturalmente, un mercado único exigiría la armonización de los impuestos indirectos (IVA), y éste, si se resuelven los otros, puede ser al final el mayor obstáculo para la supresión de las fronteras en la CEE.

En el orden institucional, Howe propone un mayor uso de las decisiones por mayoría en la CEE, restringiendo el uso del veto por medio de un procedimiento especial: cualquier veto en una consejo especializado tendría que ser justificado -entiéndase, politizado- en el siguiente Consejo de Asuntos Exteriores.

El Reino Unido recoge también la idea holandesa de que, una vez acordados unos objetivos en campos concretos, por todos los países, no se podrá después invocar la regla de la'unanimidad. Se trataría así de decidir los objetivos por unanimidad, pero los métodos y los pasos concretos para llegar a ellos por mayoría. Los grandes planes de Unión Europea quedan para después.

Cooperación política

El único campo posible de acuerdo concreto para Milán parece ser la creación de un secretariado permanente para la cooperación política (ejercicio que intenta coordinar la política exterior de los países miembros). Pero la Comisión Europea se resiste a que este secretariado quede fuera de su control. Y, en todo caso. dicho secretariado sólo estaría formado por cuatro o cinco funcionarios bajo las órdenes de la Presidencia de turno del Consejo de la CEE. Dicha cooperación se ampliaría al terreno de la seguridad, aunque ello plantearía problemas para un país neutral, como es Irlanda, que podría participar sin suscribir las eventuales posturas.

Aunque las consultas no han comenzado formalmente, las instituciones comunitarias han empezado el envío de información a la misión española, que no da abasto para procesar toda la que se le suministra. El caos actual va a tratar de corregirse con el reforzamiento del personal de la misión española, tanto de diplomáticos como de funcionarios de otros ministerios. Mientras en Luxemburgo se trataban de aprobar todas estas normas, en Bruselas la parte española y la comunitaria seguían -después de la firma del día 12- revisando y corrigiendo el tratado de adhesión. Algunos puntos son de fácil solución. Otros, como algunas partidas arancelarias en agricultura, no son un simple problema de redacción, sino que se trata de una verdadera negociación. El ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, será invitado a participar en la sesión del Consejo correspondiente que se celebrará en la segunda quincena de julio.

Los rninistros debatieron asimismo la oferta del Comecon de entablar conversaciones con la CEE, y aceptaron la idea de "contactos exploratorios", siempre y cuando se vele por que esta nueva relación no impida el trato directo de la CEE con los países del Este.

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