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Crítica:Estreno en Madrid de 'Je vous salue, Marie'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El Evangelio según Juan-Lucas

Je vous salme, MarieDirector y guionista: Jean-Luc Godard. Directora del prólogo Le livre de Marie: Anne Marie Mielville. Fotografía: Jean Bernard Menoud. Producción franco-suiza, 1984. Intérpretes: Bruno Cremer, Aurore Clément, Rebecca Hampton, Myrieni Roussell, Thierry Rode, Philippe Lacoste, Juliette Binoche, Johann Leysen, Anne Gauthier.

Estreno en Madrid: cine Alphaville.

Je vous salue, Marie consta de dos partes. La primera, Le livre de Marie -una hermosa introducción a ¡modo de crónica de infancia- es una pequeña joya de la discípula de Godard Anne Marie Mielville. Lo mejor y, paradójicamente, lo más godardiano del filme se debe a ella. Todo cuanto Godard expone, con aparatosa pedantería, en la parte del filme realizada por él, está allí en estado de extrema sencillez. Y este pequeño poema nos devuelve intacto el sabor de los grandes poemas aurorales del Godard inicial, ya perdido.

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Una traducción literal de la salve

Luego viene un enrevesado ejercicio de Godard en el arte de no decir nada. No hay relato, sino poema. En esto el Godard del ocaso sigue fiel al explorador de amaneceres que un día fue: destruye el relato y hace de él una búsqueda de la duración poemática que hay en la médula del cine cuando se le despoja de corsés narrativos. Pero su poema es malo, y en poesía las leyes son duras: la que no es extraordinaria es mediocre.

Hay, como de costumbre en Godard, exceso de conciencia. Dice una de las innumerables citas del filme: "La tierra y el sexo están dentro de nosotros; fuera sólo hay estrellas". Es una descripción exacta de la intencionalidad del filme. Y digo de su intencionalidad porque en su efectividad no hay tierra, ni sexo, ni estrellas, sino sólo el dedo de Godard señalando con empeño senil las tres cosas sin materializar ninguna.

Impotencia expresiva

Las reiteradas, casi abrumadoras, correlaciones visuales que Godard, con un exceso de subrayado que es indicio de impotencia expresiva, establece entre vientre de mujer, luna llena, blanca farola, sol de ocaso, agua estancada, mirada de perro, hierbas mecidas por el viento, producen tal sobrecarga de estímulos metafóricos que impide la lectura libre del poema. Y un filme aparentemente libre anula, ciega, mutila la libertad del receptor. Je vous salue, Marie, queriendo remontar sobre un mito el vuelo de la libertad, acaba convirtiéndose en un filme despótico.

La habilidad de Godard para sacar partido de sus limitaciones e incluso para dar aspecto de capacidad a sus incapacidades, aquí se le escapa. Quiere elevar al espectador y de hecho lo toma por tonto, machaca su amordazamiento con una catarata de metáforas que sitúan al filme en la frontera del manierismo más estomagante. Así como el exceso de inteligencia lleva al poeta a la locura, el exceso de elaboración arrastra al artista al arte sobado del artificio. Otra de las interrogantes metafísicas de Je vous salue, Marie -aquella que dice "¿No es cualquier hombre una sombra de Dios?"- se vuelve contra su autor, antaño un cineasta de genio y hoy un vulgar aprendiz de sombra de Dios, dueño de sombras de lenguajes intraducibles por esas sombras de hombres en que Godard convierte a los espectadores de su sombra de filme.

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