_
_
_
_

La nueva moneda argentina, clave simbólica y psicológica del plan de estabilización anunciado por Raúl Alfonsín

MARTÍN PRIETO Un austral por valor de 80 centavos de dólar estadounidense es desde ayer la nueva moneda argentina. El cambio del signo monetario es la clave simbólica y psicológica de un plan de reforma económica breve, sencillo y ortodoxo, que se completa con la congelación de precios, tarifas y salarios y el solemne compromiso de no volver a recurrir a la emisión de moneda para financiar el déficit público. En este fin de semana neblinoso del comienzo del invierno, los argentinos, siempre -y justificadamente- escépticos, no terminan de creerse que vivirán desde mañana bajo inflación cero.

Más información
Los sindicatos decretan el estado dee movilización y alerta

Un presidente Alfonsín severo y admonitorio se dirigió en la noche del viernes a sus conciudadanos por la radiotelevisión, en cadena nacional, para anunciar estas decisiones, que calificó de "definitivas" no tanto porque sean las únicas posibles o las más indiscutidas, sino por cuanto implican, muy probablemente, la última oportunidad del país para no precipitarse en un caos financiero y social parejo al de la vecina Bolivia.Raúl Alfonsín apeló a la necesidad de clausurar el capítulo de la decadencia nacional, de escapar del atraso, la marginalidad y la dependencia. El presidente argentino, ojeroso, macilento, abotagado, con expresión de profundo cansancio físico, aludió por dos veces a la necesidad de reordenar la economía para salva guardar la democracia. "No es un proyecto", afirmó, "para salvar a un Gobierno, sino para preservar un sistema político". "Si el problema económico no es resuelto", dijo también, "acecharán graves riesgos políticos a la nación".

Alfonsín puso el acento radical -por la caracterología de su partido, la Unión Cívica Radical- aludiendo al trasfondo moral de la reforma decretada y al regeneracionismo y moralización implícitos en el objetivo prioritario de luchar contra la inflación. Señaló como principal peligro para los planes del Gobierno el escepticismo crónico y maligno de la sociedad argentina. "(...) parecería", terminó sus palabras, "que es tanta la frustración que se ha perdido la fuerza para luchar".

Veinticuatro horas antes, ahorristas y especuladores se precipitaron a la city, y a media mañana eran los propios bancos quienes exigían al Gobierno el feriado financiero decretado para el día siguiente y mantenido hasta mañana o el martes. Millones de pesos argentinos se volcaron sobre las mesas de dinero para pujar por el dólar negro o paralelo, que ganó 30 puntos en media jornada, hasta estabilizarse en 1.055 pesos por dólar. Numerosos negocios cerraron sus puertas y era visible en los comercios la actividad febril de los empleados remarcando todos los precios. La ciudad salió a la calle de compras para invertir sus pesos a extinguir, acumulándose ante los comercios abiertos. Los titulares de tarjetas de crédito -una inflación del 1% diario ya había destruido mayoritariamente el dinero de plástico- reventaron sus topes crediticios hasta que desde la city se ordenó la inoperatividad de los pagos aplazados y el cierre de operaciones.

Picardía y escepticismo

La viveza, la picardía, la frustración y el escepticismo de una parte decisiva del pueblo argenti no -tal como advertiría el presi dente Alfonsín- se habían pues to a trabajar. Un emprendedor caballero se acercó a la oficina de patentes en un intento tardío de registrar a su nombre la utilización de la palabra austral -la denominación de una compañía privada de aviación- y obtener del Gobierno una compensación por la emisión de cada nuevo billete.

Tras el alegato moralizante y regañón del presidente Alfonsín compareció ante la, cadena nacional de radiotelevisión el ministro de Economía, Juan Vital Sourrouille, un tecnócrata sin afiliación partidaria. Suavemente, con claridad exoositiva y abundamiento de ejemplos domésticos, explicó que no se trataba, como en ocasiones anteriores, de restar ceros a la moneda para comodidad de las contabilidades -la última Junta Militar transformó en 1982 el peso ley en peso argentino, restándole cuatro ceros porque los ordenadores del Banco Central tenían problemas para expresar visualmente los cálculos de la deuda externa-, sino 'de una reforma en profundidad de la estructura y la mentalidad económica del país, viciada la inflación.

El déficit público argentino -según el ministro- arrastra la doble carga del pago de los intereses de la deuda externa (48.000 millones de dólares es el monto inicial de la deuda) y la inmoralidad fiscal del país, en el que lo extraño es cobrar y pagar los impuestos directos. Los aumentos de tarifas en las naftas y los servicios públicos -dos tarifazos consecutivos en menos de 15 días- tenderían así a aumentar la recaudación fiscal indirecta y a evitar despidos en el sector público. Un proyecto de ley de ahorro obligatorio, actualmente en el Congreso, y un plan de ahorro público que preserve igualmente los empleos, el salario mínimo (70 dólares estadounidenses) y el Plan Alimentario Nacional (una iniciativa gubernamental de socorro y asesoramiento alimenticio y asistencial para los segmentos más deprimidos de la población) apoyarían el compromiso público y solemne del Gobierno de no volver a solicitar créditos al Banco Central, dejando inactiva la máquina de hacer dinero.

Para romper la inercia inflacionaria y el automatismo de la indexación de la economía, los precios y las tarifas quedan congelados por tiempo no determinado (se estima que entre 60 y 90 días) a partir de las cero horas de mañana y con arreglo a los valores de las cero horas del pasado jueves. Se harán públicas y se difundirán masivamente las oportunas listas de precios máximos, y se apela a la población para denunciar las infracciones. Los salarios quedarán congelados el 1 de julio, tras recibir el aumento acordado de un 22,6%, y las pensiones, en la misma fecha, tras su aumento del 25,1%.

Finalmente, el secular peso, tras sus etapas de peso fuerte, peso ley, peso argentino, sucumbe ante la inflación y es sustituido por el austral, al cambio fijo y obligado de 80 centavos de dólar estadounidense por austral. Los pesos en circulación serán utilizados restándoles tres ceros y los almacenados en el Banco Central saldrán a la calle sellados con su nuevo valor hasta la aparición de los flamantes australes. Una tabla de conversión decreciente resolverá los problemas de los deudores y acreedores en pesos o en moneda extranjera.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_