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REAGAN VISITA EL VIEJO CONTINENTE

Estados Unidos pedirá a los países más ricos que releven a la 'locomotora' económica norteamericana

Francisco G. Basterra

Ronald Reagan acude a la cumbre económica de Bonn, que reunirá a partir del jueves a los siete países más industrializados de Occidente, con un mensaje muy claro: reactiven sus economías y tomen el relevo de la locomotora norteamericana, que está dando síntomas de cansancio. Si no, la recuperación mundial corre el serio peligro de estancarse. EE UU pedirá a Japón, la República Federal de Alemania, el Reino Unido, Francia, Italia y Canadá que abandonen las rigideces de sus políticas laterales y liberalicen al máximo sus economías.

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La respuesta no está asegurada. El ministro de Hacienda británico, Nigel Lawson, dijo recientemente en la reunión de la OCDE en París que "Ia reactivación concertada significa simplemente inflación concertada, que es lo último que deseamos".Los europeos prefieren continuar prudentemente con sus actuales políticas, consolidando la reducción de déficit presupuestarios y la disminución de la inflación. Francia, por ejemplo, recuerda con horror cómo la política de reflación que puso en práctica en 1981 produjo una importante crisis económica. Para Washington esta actitud ha sido correcta hasta ahora, cuando la economía de Estados Unidos tiraba del resto. Pero estima que ya empieza a dejar de serlo y es peligroso que Europa base su crecimiento en lo que puede exportar a EE UU gracias a un dólar sobrevalorado.

Reagan se adelantará a las críticas de sus aliados sobre el déficit presupuestario estadounidense, que ha superado los 200.000 millones de dólares (más de 32 billones de pesetas) y está provocando altos tipos de interés aquí, que atraen el ahorro europeo, que financia la economía norteamericana. El presidente explicará que la reducción del déficit es su principal prioridad y que está dispuesto a lograr importantes reducciones del gasto público. En los últimos días la Administración ha empezado a admitir que el déficit está relacionado con los altos tipos de interés y el valor del dólar. También les dirá a sus aliados que a la vuelta de Europa presentará al Congreso un importante proyecto de reforma fiscal, que permitirá estimular el crecimiento y liberar al máximo las fuerzas económicas.

Además del mensaje de reactivación, Reagan viaja a Europa con el objetivo de lograr en la cumbre que los aliados se comprometan a una fecha fija, "lo antes posible en 1986", para lanzar una ronda mundial de conversaciones comerciales, dirigidas a liberalizar los mercados en los aspectos que más interesan a EEUU: servicios y tecnología. El presidente explicará en Bonn que la aceptación de una nueva ronda comercial es lo único que puede frenar el creciente sentimiento proteccionista que invade Estados Unidos, estimulado por un déficit comercial de 123.000 millones de dólares en 1984. El presidente: necesita este acuerdo para aplacar las críticas del Congreso, que está decidido a adoptar represalias comerciales contra Japón y a levantar barreras proteccionistas contra los países que no abran completamente sus mercados a EE UU.

Reagan ya cuenta con un acuerdo de principio para iniciar estas conversaciones, aunque falta fijar la fecha. Sólo Francia se ha mostrado reacia y exige un compromiso de EE UU para celebrar previamente una conferencia monetaria. Washington niega cualquier vinculación entre discusiones comerciales y monetarias. Pero para aplacar a Mitterrand la Administración Reagan ha sugerido llevar a cabo una reunión sobre el sistema monetario internacional, antes de las negociaciones comerciales, en EE UU. Sería, sin embargo, una reunión limitada en sus objetivos, que sólo se reduciría a debatir las propuestas que presente en junio el grupo de los diez, que lleva trabajando meses sobre la cuestión.

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"No se trata en absoluto de un nuevo Bretton Woods (nombre de la localidad estadounidense donde se estableció el orden monetario mundial de la posguerra con un sistema de cambios fijos), no queremos intervenir en el mercado, sólo lo haremos cuando se desordene excesivamente", advirtió el lunes James Baker, secretario del Tesoro. Para la Administración de Reagan, el dólar no está sobrevalorado, sino simplemente fuerte y refleja la salud de la economía. Por un lado ha servido para poner en pie a un buen número de economías en desarrollo que pueden exportar a este país, al tiempo que ha mantenido un nivel muy bajo de inflación en EE UU. Sin embargo, ha provocado un déficit comercial que está afectando muy seriamente a importantes sectores industriales, que exigen protección. Washington desearía en este momento un descenso controlado del valor del dólar.

Las 'reaganomics'

Las polémicas reaganomics han funcionado y han permitido la creación de más de siete millones de puestos de trabajo y un crecimiento económico el pasado año del 6,8%, comparado con una media del 2,3% en las cuatro economías más grandes de Europa y un 5,5% en Japón. Este es el mensaje que llevaremos a Bonn, afirmó en la Casa Blanca James Baker, secretario del Tesoro estadounidense. "Nos sentimos cargados de razón", añadió, "pero no vamos a decirles a los europeos qué instrumentos concretos de política monetaria o fiscal deben utilizar o con qué intensidad". EE UU vería favorablemente la adopción de estímuloss fiscales, mediante reducción de impuestos, en las economías de los seis, como ha hecho Reagan. Se trata de predicar en la cumbre "la doctrina que ha permitido que este país esté disfrutando de la expansión económica más larga desde la guerra de Corea: reducción del peso del Gobierno y disminución de impuestos. Reagan, sin embargo, no va a Bonn a dar lecciones a Margaret Thatcher o a Helmut Kohl, sino que cada país deberá decidir, según sus condiciones, qué medidas adoptar y en qué momento, dijo un portavoz de la Administración.

Baker explicó que algunos países europeos "ya están siguiendo las políticas de EE UU", y se refirió en concreto al proyecto de la RFA de reducir impuestos. "No queremos que provoquen una inflación monetaria, pero las economías de Japón y la RFA tienen un espacio claro de crecimiento y deben tomar el relevo de la norteamericana", explicó Baker.

Aunque la Administración de Reagan insiste en que este año mantiene el objetivo de un crecimiento del producto nacional bruto (PNB) del 4%, existen fundadas dudas de que pueda alcanzarse esta cifra después de que en el primer trimestre la economía sólo creció a un modesto 1,3%. En EE UU preocupa el efecto que esta declaración tenga sobre Europa, ya que, combinada con un dólar sobrevalorado, haría que se agotara el apetito norteamericano por los productos europeos y japoneses. Las economías del Viejo Continente están basando gran parte de su crecimiento en las exportaciones a EE UU. La continuación de las actuales políticas sólo le deja a Europa un año de crecimiento, que no le permitirá alcanzar el nivel del 3% de aumento del PNB, según la OCDE.

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