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Arte mexicano en Madrid

Manuel ÁIvarez Bravo: "Uno siempre se autorretrata"

El gran fotógrafo expone hoy en la Biblioteca Nacional

Manuel Álvarez Bravo observa detenidamente en las salas Picasso de la Biblioteca Nacional, donde tendrá lugar hoy la inauguración de su exposición, algunas de sus fotografías. Nos cita allí, porque él prefiere hablar, comentar sus imágenes, a cualquier otro tipo de entrevista, conversación o encuentro. Le decimos que encontrarse ante él es como estar ante sus fotografías, tan vivas, sutiles, luminosas, transparentando siempre su verdad, que es también la de su entorno. "Dicen que es así, que uno siempre se autorretrata".

Enseña luego una fotografía, un homenaje a Goya. Esta fotografía, como otras tantas suyas, es un sutilísimo y sensual retazo de vida viva del más delicado y luminoso erotismo. En este caso es un homenaje en blanco y negro a Goya como aquella otra fotografía, ésta en color, es un homenaje a Monet. "No, el pictorialismo no me interesó especialmente. Hice algunos bromóleos, pero investigué también otros procedimientos".

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Don Manuel, que a sus 83 años está agilísimo y que hace alarde de un saludable y lúcido sentido del humor, tal vez algo cansado por la diferencia horaria y el ambiente que se respira en la sala recién pintada, pide sentarse tantito, y comenta el efecto de ciertas palabras de uso corriente en México y que aquí llaman tanto la atención.

Poesía profunda

De él, como dijo Diego Rivera, emana, como de sus fotografías, "una poesía profunda y discreta, una ironía desesperada y refinada, como esas partículas suspendidas en el aire y que hacen visible un rayo de luz cuando penetra en una habitación en penumbra".Nos encontramos por segunda vez en su hotel. Esta vez está mucho más descansado, más vivo y más lúcido si cabe. Habla de lo mucho que le ha sorprendido Madrid. Tenía otra imagen de esta ciudad. Relata incluso las maravillas de una cierta esquina, "una de las paredes muy viva y llena" de la que tomó fotos. De su visita al museo del Prado comenta: "Ahorita todo el mundo habla de Las Meninas. De ese cuadro yo tenía una idea diferente. Creo que tiene más sol ahora".

No es mejor que en los museos de pintura haya fotografías. Las fotografías necesitan su museo, los problemas son muy diferentes". Actualmente, Manuel Álvarez Bravo está formando un Museo de Fotografía en México. Habla de algunos fotógrafos españoles que conoce y de otros por los que siente una profunda admiración. únicamente cita a algunos: Atget, Tina Modotti, Weston, Paul Strand.

"Mire, yo durante mucho tiempo fui burócrata, pero cuando llegué a México de Oaxaca, donde estuve en 1925 y en 1926, quise relacionarme con artistas. Ver pintar a Diego Rivera. Yo ya estaba incansable en la fotografía. Al relacionarme con los artistas tuve conocimiento de Weston y de Tina Modotti. Él ya se había ido de México. Con ella tuve amistad durante dos años. Tina me enseñaba las fotografías de Weston, yo a ella las mías, y platicamos. No era mucha oportunidad esa amistad, como todas en realidad actualmente y en aquella época: no hay tiempo desgraciadamente para tener una amistad más cotidiana, más próxima, pero sí la tuve, una amistad, cotidiana, con Rufino Tamayo".

Con Buñuel

En la conversación surgen inevitablemente el fotógrafo de cine Figueroa y también Luis Buñuel: "Con ellos trabajé desde 1949 a 1953". Por algún motivo también surgió el nombre de Dalí. Álvarez Bravo pregunta asombrado: "¿Todavía vive?". "Con Eisenstein se dice que fui ayudante y eso no es cierto. Únicamente lo acompañé una vez que me invitó con un pintor español, Miguel Francisco Miguel a un paseo por el mercado de la Merced. Y otra vez hice unas fotografías fijas cuando trabajó en la catedral de México. Y eso fue todo".¿Qué ha condicionado fundamentalmente su fotografía? "Yo creo que es el contacto simple y sencillo con la realidad. Y aquello de que uno va acumulando, experiencias dentro del arte. El interés siempre por la pintura, la música, la literatura".

En cuanto a su compromiso político, al igual que los grandes muralistas Orozco, Rivera y Siqueiros, sus imágenes no pueden ser más elocuentes: "Porque, por ejemplo, si se ve una exhibición como ésta, entonces se verá el proceso viendo en la continuidad de las fotos el proceso del trabajo y la inquietud social que desemboca en el asesinato del obrero en huelga, ¿verdad? Pero después de esto podrá verse también como esas muertes no son inútiles, sino que... Hay una fotografía de un sepulcro también del que sale una planta que da una flor".

"El paisaje, el sueño y el ensueño. Como ve usted, todo son aspectos de la vida cotidiana, todo". Le brillan cada vez más los ojos y sigue hablando suave y muy despacito, como para él mismo. El rayo de luz ilumina cada vez más intensamente la escena. "La imaginación interpreta la realidad. Pero no creo que intervenga mucho la imaginación al estar haciendo las fotografías. La importancia mayor es la acumulación de experiencias tanto sociales como estéticas".

¿Y el color? ¿Implica un sentimiento diferente o es simplemente salir ese día a hacer fotos en color? "Sí, sí. Bueno, el color ha sido para mí una prueba. En esta exhibición son 26 fotografías, 26 ensayos de color y ahí se pueden ver esos homenajes de los que hablábamos antes. Cuando se ha tenido y se tiene interés en la pintura, entonces el primer contacto que se tiene con el color, cuando únicamente se ha experimentado en blanco y negro, en cierto sentido se ve, no de forma pictorialista, sino pictórico. Entonces, lo más inmediato es realizar paisajes, y eso".

Le decimos que sus títulos son fascinantes. Manuel Álvarez Bravo dice con respecto a este hecho: "Esto es debido a mi afición desde siempre a la lectura. Los títulos de las fotografías salen de repente. Cuando me pedían exhibiciones, querían fecha de mis fotografías y querían títulos. Sigo la costumbre. Mi mujer me ayuda mucho. Para ponemos de acuerdo, para entendernos, la fotografía necesita un título. Pero no crea, con el tiempo cambian de título. Hoy existe la costumbre de poner en algunas fotografías sin título, que yo creo que es el peor título.

Detiene su voz un instante, sonríe y dice ahora con los ojos más brillantes, más vivos e intensos: "Mire, yo no persigo la poesía. La poesía está en la realidad".

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