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SANIDAD

Un estudio realizado en Francia resalta la desigualdad humana ante la muerte

Soledad Gallego-Díaz

Vivir más o menos años no es tan sólo una cuestión de salud. Interviene también la clase social y el dinero: un peón u obrero sin cualificar puede imaginar razonablemente que vivirá entre nueve y siete años menos que el ingeniero de su empresa o el profesor de sus hijos. La desigualdad ante la muerte ha sorprendido a los autores de un estudio sobre La salud en Francia, que acaba de ser publicado en París.

Las diferencias sociales no sólo no han disminuido sino que aumentan: un profesor o ingeniero que tenga hoy día 35 años puede esperar vivir hasta los 78,3 o los 77,3 años, mientras que un peón de la misma edad no llegará probablemente a jubilarse: morirá antes de llegar a los 70.En general, los franceses no tienen mala salud. La tasa de mortalidad infantil es una de las más bajas del mundo, detrás de los países escandinavos y de Japón.

Como en otros lugares del planeta, son las mujeres las que se llevan la palma de longevidad: su esperanza de vida se sitúa en 79,3 años, mientras que la del hombre no supera los 71,2. No parece cierto, por lo demás, que la mayor resistencia de la mujer se deba a que la mayoría no trabaja fuera de su casa. Las estadísticas aseguran que las mujeres pretendidamente inactivas mueren antes que las que trabajan.

Claro que estadísticamente también se mueren antes las solteras y las divorciadas, sin que los médicos se atrevan a sacar ninguna conclusión.

El exceso de mortalidad masculina parece deberse, sobre todo, a los accidentes de carretera (mueren muchos más chicos que chicas entre 20 y 24 años debido a esta causa) y al infarto de miocardio, el cáncer de pulmón y las consecuencias del alcoholismo, que golpea más a los hombres entre los 45 y los 65 años que a las mujeres.

El índice de mortalidad por estas causas específicas ha aumentado para todas las categorías de hombres adultos, según explica el informe, pero el incremento es mucho más notable entre las clases más desfavorecidas económicamente.

Cirrosis

La cirrosis hepática, que ha disminuido entre ejecutivos y profesionales liberales, sigue aumentando entre los trabajadores manuales. Los progresos realizados en la prevención de enfermedades cardiovasculares parecen haber beneficiado sobre todo a las clases sociales más favorecidas. Los obreros siguen bebiendo y fumando en exceso, sin que las campañas de información y prevención parezca alcanzarles.Las causas mas notables de mortalidad en Francia siguen siendo, por orden de mayor a menor importancia, las enfermedades del aparato circulatorio (embolias, derrames cerebrales, infartos y anginas de pecho), el cáncer (especialmente los de vías aerodigestivas superiores), los accidentes y las enfermedades del aparato digestivo y respiratorio.

Enfermedades mentales

El mayor número de hospitalizaciones se debe, sin embargo, a las enfermedades mentales: un enfermo de cada cuatro ingresado en un centro hospitalario padece regularmente desarreglos psiquiátricos.Los franceses no se quejan, pese a todo, de grandes males. Si se les pregunta a ellos directamente, la mayoría afirmará que padece sólo de fatiga, dolor de espalda, dolor de cabeza y nerviosismo.

A la hora de ir al médico acuden, sobre todo, al dentista y al especialista para que les recete medicamentos contra la artrosis, la hipertensión y las malas digestiones.

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