_
_
_
_
La dictadura argentina, en el banquillo

Nueve reos de impiedad

Jorge Rafael Videla, Roberto Eduardo Viola, Leopoldo Fortunato Galtieri, Eduardo Emilio Massera, Armando Lambruschini, lsaac: Anaya, Orlando Ramón Agosti, Ornar Graffigna y Basilio Lami Dozo. Los nueve triunviros que desde el pasado lunes están siendo juzgados en Buenos Aires han de responder a acusaciones de diversos grados: homicidio, privación ilegítima de la libertad, privación ilegítima de la libertad seguida de homicidio, aplicación de tormentos a los detenidos y robo.

Más información
Los acusados.
A vueltas con el 'golpe'

La acusación y la orden de procesamiento fueron llevadas a cabo por el propio presidente de la República Argentina, Raúl Alfonsín, en uno de sus primeros decretos y en su calidad de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.Obviamente, la orden de procesamiento fue dictada al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, máximo tribunal castrense. Poco antes, una reforma del Código de Justicia Militar había hecho apelables las sentencias de este tribunal de casta ante la jurisdicción civil ordinaria.

Otros militares argentinos, como el jefe de la policía metropolitana, general Ramón Camps, y el contraalmirante Chamorro, o el capitán de corbeta Acosta y el teniente de navío Alfredo Astiz, relacionados con atrocidades cometidas en la provincia de Buenos Aires y en la Escuela de Mecánica de la Armada, fueron también procesados por orden presidencial en otra causa.

Agotados sus plazos legales sin siquiera haber instruido el sumario, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas tuvo que entregar sus actuaciones a la Cámara Federal de Apelaciones en lo Criminal y Correcional, que prosiguió el juicio en su ámbito civil, aunque manteniendo para el proceso la aplicación del Código de Justicia Militar.

Desapariciones mil

De entre los encausados, el almirante Eduardo Emilio Massera había sido enjuiciado previamente por su presunta responsabilidad en la ocultación de pruebas en relación con la desaparición del marido de su amante, Marta McCormak de Branca.

La causa hubo de ser sobreseída ante la desaparición de las pruebas sobre la desaparición de las pruebas. El marido, también continúa, desaparecido.

La última Junta Militar -Leopoldo Fortunato Galtieri, Isaac Anaya y Basilio Lami Dozo- se encuentra a su vez procesada ante el Consejo Supremo de las fuerzas Armadas por la responsabilidad de la pérdida de la guerra de las Malvinas; causa en la que, teóricamente, los encartados podrían llegar a ser sentenciados a muerte.

En el juicio que ahora se está viendo oralmente los nueve triunviros pueden llegar a recibir una pena de un cuarto de siglo de prisión o cadena perpetua.

Jorge Rafael Videla, Roberto Viola, Eduardo Emilio Massera, Orlando Agosti y Armando Lambruschini se encuentran recluidos en unas dependencias policiales especiales a pocos metros del palacio de los tribunales, en el que se sigue su juicio.

Galtieri, Anaya y Lami Dozo están intemados en unidades militares por su segundo proceso militar -las Malvinas-

El brigadier del Aire, Omar Graffigna, es el único que se encuentra en libertad provisional. Todos gozan de buena salud, excepción hecha del brigadier del Aire, OrIando Ramón Agosti, bajo tratamiento de psicofármacos a causa de la profunda depresión que le abate y que ha hecho temer a sus allegados en la posibilidad de un suicidio.

La Cámara Federal de Apelaciones; que les juzga está integrada por su presidente, Carlos Arslanian, 42 años; Jorge Torlasco, 49 años; Andrés D'Alessio, 44; Ricardo Gil Lavedra, 36 años; Jorge Valerga, 38 años, y Guillermo Ledesma, de 41 años.

El 26 de marzo de 1976, el ejército argentino protagonizó un golpe de Estado cruento que derrocó el régimen formalmente constitucional de Isabelita Martínez de Perón y dio paso a la denominada guerra sucia contra el activismo armado de grupos, de la extrema izquierda peronista, troskistas y otros.

Bajo esta denominación se escondió un proceso de represión generalizada e indiscriminada contra los activistas y también contra personas, niños, ancianos y mujeres, meramente emparentados por vía familiar con aquéllos o que no tenían que ver nada en absoluto con el activismo armado.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_