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El canciller de la RFA reconoce la vergüenza y la responsabilidad de los alemanes por los crímenes nazis

El canciller de la República Federal de Alemania (RFA), el democristiano Helmut Kohl, reconoció ayer la responsabilidad histórica -"nuestra vergüenza y nuestra responsabilidad"- de los alemanes por los crímenes del nazismo, en un discurso pronunciado con ocasión del 401 aniversario de la liberación del campo de concentración de Bergen-Beisen. En un acto en la explanada del campo donde murieron unas 100.000 personas, Kohl dijo que "Alemania carga con la responsabilidad ante la historia por los crímenes de la dominación nazi. Esta responsabilidad se expresa. en una vergüenza que nunca puede prescribir".

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"Así fue"

Bergen-Belsen fue liberado por el Ejército británico el 15 de abril de 1945. El acto conmemorativo de ayer estuvo organizado por el Consejo Central de los Judíos en Alemania, y asistieron unas 3.000 personas. El presidente de la RFA, Richard von Weizsaecker, y el canciller Kohl estaban a escasos metros de los supervivientes del campo, llegados algunos de Israel. Bergen-Belsen no fue en los planes nazis un campo de exterminio como Auschwitz. No había cámaras de gas, y allí fueron transportados judíos que se pensaba canjear por alemanes presos en otros países. Al final de la guerra, Bergen-Belsen se convirtió en campo de concentración para los presos trasladados de los campos que habían caído ya en poder de los aliados. Los muertos de Bergen-Belsen fueron motivados, sobre todo, por el hambre y las enfermedades. La más conocida muerta entre los presos fue la niña de 15 años Anne Frank, autora del célebre diario que se publicó después de la guerra.Ayer, en medio de un día primaveral, con pájaros que trinaban y un tono festivo, casi nada daba la impresión en Bergen-Belsen de que allí perdieron la vida 100.000 personas durante la tiranía nazi. En medio de la llanura, un muro formado por losas de cemento y una columna rectangular recuerdan a los muertos del holocausto. Un monumento levantado cuando todavía no se había formado el Estado de Israel menciona a los 30.000 judíos exterminados en el campo de concentración "a manos de los asesinos nazis", y lleva grabado esta frase del libro de Job: "Tierra, no escondas la sangre que fue derramada sobre ti".

Entre los supervivientes del campo hay una ciudadana de Israel que regresó por primera vez con este motivo a suelo alemán. Helena Hamermesch, de 65 años, fue trasladada de Auschwitz a Bergen-Belsen cuando el Ejército soviético conquistó el campo de exterminio, situado en el sur de Polonia. Helena explica que Himmler quiso hacer un trueque con ellos y vino en un transporte de 6.000 mujeres, "de las que sólo quedamos vivas unas 200". A su lado, un hombre explica que "los piojos eran tan grandes como moscas, y ni siquiera nos molestábamos ya en quitarlos de encima". La hoy ciudadana israelí nació en Polonia y habla alemán con fuerte acento polaco. Se muestra decepcionada porque "esto no es Bergen-Belsen. Esto es un parque con un par de piedras, y aquí la gente no puede darse cuenta de lo ocurrido". Un joven judío de Hamburgo denuncia que el campo no está indicado en las carreteras: "Hoy pusieron un par de indicadores porque vino el canciller", pero "quieren que esto se olvide". Un superviviente de otro campo de concentración, el número 127.069 de Buchenwald, dice que tras la liberación bebió siete litros de sopa y siguió buscando en los basureros latas de sardinas vacías y papeles con restos de margarina.

"Lo lamía porque tenía la angustia de que al día siguiente no tendría nada que comer". Otro recuerda que lo primero que comió tras la liberación fue el alimento para los perros que tenían los miembros de las SS.

Helena Hamermesch lleva grabado en el brazo el número 80.875 que la tatuaron en Auschwitz. "No teníamos nombre. Eramos un número y teníamos que ir a 10 metros de distancia de los alemanes".

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La odisea

Recuerda Helena la odisea para llegar a Palestina al final de la guerra: "Yo no quería regresar a Polonia, porque allí no quedaba nadie de los judíos, aquello era un cementerio". Tras la liberación de Bergen-Belsen rodó de un lado a otro por Europa, hasta que un capitán de un barco español la llevó a una embarcación atiborrada de judíos hasta el puerto de Jaifa, hoy en el Estado de Israel.

A su lado hay varios que han venido con una bandera de Israel. Helena afirma que "los judíos necesitan un pedazo de patria. Hubo un tiempo en que yo creía que el mundo era mi patria, pero me di cuenta de que no puede ser así". La superviviente no entiende que se puedan poner flores en un cementerio donde están enterrados miembros de las SS hitlerianas. "Eso no lo haría ni Cristo. Las SS eran nazis y querían aniquilar el mundo".En su discurso, Kohl mencionó también a los sinti (gitanos) exterminados en el campo por los nazis, los más de tres millones de prisioneros soviéticos que murieron en las prisiones de guerra alemanas, y "recordamos los 20 millones de muertos de guerra de la Unión Soviética y los crímenes cometidos con el pueblo polaco".

Se refirió el canciller de la RFA a las personas que sufrieron por ser alemanes, y, a consecuencia de los crímenes nazis, la venganza, y que encontraron la muerte en la huida al ser expulsados de sus hogares; pero, dijo Kohl, "no habremos aprendido la lección de la historia si queremos hacer compensar unas crueldades con otras".

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