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caso rubiales
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Putellas, Paredes, Codina, Ecube y la manada (buena) de Jennifer Hermoso

Frente al vacío y el despliegue de hostilidad de la Federación, la futbolista no estuvo sola, y fue esa fuerza de conjunto la que permitió cortocircuitar el sistema

Ana Ecube, amiga de la futbolista Jennifer Hermoso, una de las testigos en el juicio a Rubiales, a su salida este jueves de la Audiencia Nacional.
Ana Ecube, amiga de la futbolista Jennifer Hermoso, una de las testigos en el juicio a Rubiales, a su salida este jueves de la Audiencia Nacional. Fernando Villar (EFE)
Isabel Valdés

Fueron ellas y hoy también han sido ellas. Alexia Putellas, una de las mejores futbolistas de todos los tiempos, la que el viernes 25 de agosto a las 14.34 pulsó el botón de publicar aquel “esto es inaceptable. Se acabó. Contigo compañera Jenni Hermoso”; Irene Paredes, la que en el autobús de camino al aeropuerto después de ganar el mundial paró las bromas sobre el beso no consentido de Luis Rubiales a Hermoso y dijo “esto es grave”; Laia Codina, la que en el avión de vuelta a España desde Sídney presenció la presión del ya expresidente de la RFEF a la futbolista y le dijo “no hagas el vídeo”; y Ana Ecube, la única testigo en la sesión de este jueves en el juicio a Luis Rubiales que no es jugadora de fútbol sino amiga de Hermoso, a la que Albert Luque, el entonces director de la selección masculina, mandó el mensaje que decía “dile a Jenni de mi parte que esto son dos días y se encontrará después solita solita”. Ellas han sido su defensa más cerrada.

Las cuatro han sido las testigos que este jueves tenían que declarar ―además de Francisco Javier Puyol, ya exresponsable de compliance [buenas prácticas] de la federación―, y las cuatro han relatado lo que pasó aquel día de agosto, y los que llegaron después. El puzzle de lo que vio y escuchó cada una ha sido una confirmación de lo que contó el pasado lunes Hermoso.

Hoy la sesión ha sido más breve que ninguna, apenas dos horas y media. Pero suficientes para entender cuál fue el ambiente durante esos días. Para Hermoso y para ellas. “Nosotras la arrastrábamos, somos campeonas, vamos a celebrarlo, y Jenni ya no estaba, ya no estaba. En el asiento se puso a llorar de agotamiento, ya no de enfadada, de agotada”, ha dicho Putellas. “Él [Rubiales] quería la ayuda de Jenni para solucionar el problema, ella solo quería que la dejaran en paz y celebrar el mundial que tanto nos había costado”, ha contado Paredes. “Jenni estaba triste, no tenía ganas de disfrutar”, ha añadido Codina. “Cabizbaja, casi no hablaba. Y ellos no paraban, y yo veía que no iban a parar”, ha terminado Ecube.

También suficientes para entender el enorme vacío y el despliegue de hostilidad de la Federación alrededor de la futbolista. Sus tres compañeras han confirmado que el psicólogo de la selección y salvaguarda de las jugadoras para la FIFA no se puso nunca en contacto con ellas. “No, de hecho no sabíamos que era el salvaguarda en ningún momento”, ha afirmado Putellas. Luego ha sumado Ecube: “Nadie la estaba ayudando, estaba sola, sola. Porque no había ni una persona de la Federación que se ocupara de ella, ni el psicólogo, que no movió ni un dedo”.

Las futbolistas Alexia Putellas e Irene Paredes a su salida este jueves de los juzgados de Sant Feliu de Llobregat tras declarar por videoconferencia en el juicio.
Las futbolistas Alexia Putellas e Irene Paredes a su salida este jueves de los juzgados de Sant Feliu de Llobregat tras declarar por videoconferencia en el juicio.Quique García (EFE)

Pero, sobre todo, las apenas dos horas y media de sesión han sido suficientes para entender dos cuestiones. Una, que frente a aquel ambiente, en realidad, Jennifer Hermoso no estuvo sola. Estuvieron ellas, las mismas que han declarado este jueves, y otras; y que fue precisamente eso lo que de alguna forma hizo que se revirtiera una realidad (una jerarquía) que este jueves, hablando de cómo se sientan cuando viajan en avión, ha expuesto Putellas: “Por protocolo siempre va el presidente en primera fila, el seleccionador, y luego ya las jugadoras”.

Ellas, en plural, y por ese plural se saltaron la estructura. “Han ido todas a una”, decía una fuente cercana a la acusación este jueves, “como ya fueron en la instrucción”, como antes de que comenzara el proceso. Dijo Simone de Beauvoir a Alice Schwarzer en una entrevista en 1980 que “nos aferramos [las mujeres] demasiado a las reglas del juego. Y estas reglas son siempre las de los que detentan el poder. Necesitamos frenar la maquinaria del poder, en lugar de engrasar sus mecanismos”.

Las jugadoras pudieron cortocircuitar esa maquinaria porque lo hicieron juntas. Porque después del primer momento de sorpresa por lo intempestivo de ese beso que Hermoso no consintió y dijo “qué hago, me ha besado, qué hago”, Paredes dijo “esto es serio” en esa mano que se tienden tantas veces las mujeres para ayudarse a entender que algo no es banal ni nimio aunque así lo haya querido entender y naturalizar el sistema.

Porque cuando Hermoso no se plegó a lo que le pidió Rubiales por más insistente que fue ―“ella repetía que no iba a salir y que la dejaran en paz”, ha recordado Putellas―, el resto la arropó, “que no haga el vídeo, que hay imágenes, que esté tranquila”, ha contado hoy Codina que le dijo a ella.

La futbolista Laia Codina a su salida este jueves de la Audiencia Nacional tras prestar declaración en el juicio.
La futbolista Laia Codina a su salida este jueves de la Audiencia Nacional tras prestar declaración en el juicio.FERNANDO VILLAR (EFE)

Porque cuando ellos comenzaron las tácticas para presionar a Hermoso, como Jorge Vilda, el seleccionador en aquel momento, yendo a hablar con su hermano en el avión, ellas se cruzaron. “En un momento voy a la parte trasera, donde están los familiares, a ver a mi hermano que estaba a tres filas o cuatro del hermano de Jenni, y allí estaba Vilda, y mi hermano me dijo que había ido varias veces y le dije ‘se lo voy a decir a Jenni’, porque ella no quería que fuese nadie a hablar con su familia”, ha relatado Paredes. O, más tajante, Ecube, sobre Rubén Rivera: “Me di cuenta de que su intención no era la de ayudarla, sino incomodarla. Perjudicarla. Yo quería proteger a Jenni”.

Después, ese muro de contención lo hizo público Putellas con aquel tuit en el que escribió “Se acabó” y el muro terminó de saltar hacia fuera. El único hashtag capaz de superar al de #Rubiales, con picos de hasta dos millones de tuits durante algunas horas en aquellos días finales de agosto, fue ese, el #SeAcabó.

Esas dos palabras pusieron nombre a la experiencia de décadas de centenares de jugadoras. Pero también, en otros lugares y en otros espacios, a la de millones de mujeres en el mundo. Las primeras, controladas, ninguneadas, infantilizadas o sometidas por entrenadores y presidentes de la federación; las segundas, controladas, ninguneadas, infantilizadas o sometidas por jefes, compañeros u otros hombres que, dentro de la jerarquía social, tienen poder sobre ellas.

Eso también tiene que ver en que estos días, en la Audiencia Nacional, se esté dando este juicio. Es ese “hermana, aquí está tu manada” que se ve desde 2017 en las manifestaciones, ese “la manada somos nosotras”, la conciencia de que la capacidad de romper y rehacer las estructuras reside en diversas cuestiones, entre ellas, en el volumen y en la unidad de quienes quieren, y necesitan, acabar con ellas.

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.
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