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CASO RUBIALES
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Jennifer Hermoso no está “solita, solita”: el juicio a Rubiales, un juicio contra todo un sistema

Las coacciones por las que también se procesa al expresidente y a otros tres excargos de la Federación son parte y símbolo de una estructura que, como todas, se despliega para protegerse a sí misma

Jennifer Hermoso
Jennifer Hermoso saluda desde la grada, durante un partido de fútbol el 26 de agosto de 2023 en Madrid.Diego Souto (Quality Sport Images/Getty Images)
Isabel Valdés

―A mí se me está tratando de matar, y voy a decir una cosa más allá de mi situación personal como español, tenemos que hacer una reflexión de hacia dónde vamos.

Desde que Luis Rubiales dijo esa frase ante la Asamblea de la Real Federación Española de Fútbol el 25 de agosto de 2023, el mismo viernes que gritó cinco veces “no voy a dimitir”, ha pasado un año, cinco meses y nueve días. Este lunes comienza el juicio, público y retransmitido, contra él en el Juzgado Central de lo Penal, acusado de un delito de agresión sexual por el beso no consentido a Jennifer Hermoso en la recogida de medallas (de oro) en el Mundial de 2023, y por las coacciones posteriores para que ella lo ayudara en público, para que dijera que estaba todo bien, que era algo de ambos, que lo que acababan de ver millones de personas en todo el mundo no era nada.

Y podría haberse quedado en nada si no fuera precisamente por esa reflexión que Rubiales pedía y que ya había hecho parte de la ciudadanía en los últimos años, conformando una conciencia colectiva, crítica, extendida. Sabe hacia dónde va, o hacia dónde quiere ir: a que no haya espacios donde el poder de los hombres arrolle la libertad, y los derechos, de las mujeres, y a que si sucede, no sea con impunidad.

Este lunes 3 de febrero será Jennifer Hermoso, la máxima goleadora histórica de la Selección, quien abra el juicio. Rubiales comparecerá al final de las casi tres semanas de sesiones que hay programadas y, a priori, el argumento del expresidente de la RFEF no cambiará. Ha sido siempre el mismo: decir que fue consentido, minimizar, ningunear la gravedad del acto, colocarse en la posición de víctima, perseguido en una cacería social.

Dijo ante el juez, durante la instrucción, que fue una “manifestación de euforia, de máxima alegría y satisfacción” porque acababan de ganar el Mundial. También que “no hay nada autorizado ni desautorizado, son comportamientos dentro de una celebración extraordinaria”. “Esto no es que alguien ha llevado a una oficina, a alguien a escondidas, a darle un beso por la fuerza. Es que fue algo tan natural, a la luz de millones de ojos, entre dos personas que han estado conviviendo mucho tiempo…”.

Las emociones, aunque sean positivas ―“euforia, máxima alegría y satisfacción”―, no son la causa de la violencia en cualquiera de sus grados, no la justifican y no la atenúan. El contexto ―“una celebración extraordinaria”― no hace desaparecer el campo del consentimiento ―“no hay nada autorizado ni desautorizado”― como tampoco lo hace desaparecer la relación previa ―“dos personas que han estado conviviendo mucho tiempo”―, y ni del contexto ni de la relación previa es de lo que depende que un acto sea o no sea una agresión. El lugar ―“a la luz de millones de ojos”― no es un elemento que las delimita. Y la espontaneidad ―“fue algo tan natural”― solo habla de la normalización de hechos cotidianos que conculcan la libertad sexual de las mujeres.

El expresidente de la RFEF, Luis Rubiales, junto a su abogada,  a su salida tras declarar en la Audiencia Nacional, en Madrid, en septiembre de 2023.
El expresidente de la RFEF, Luis Rubiales, junto a su abogada, a su salida tras declarar en la Audiencia Nacional, en Madrid, en septiembre de 2023.Samuel Sánchez

En las declaraciones de Rubiales subyace uno de los grandes problemas para hacer frente a la violencia sexual desde el ámbito institucional y desde el plano social: la no percepción de esa violencia por parte de quien la perpetra, motivada por la convicción, consciente o inconsciente, de superioridad, y, por tanto, de la concepción de la otra como subordinada sobre la que se ejerce el poder. Poder como sustantivo ―dominio, imperio, facultad y jurisdicción que alguien tiene para mandar o ejecutar algo―, y poder como verbo ―tener expedita la facultad o potencia de hacer algo―.

Donald Trump lo condensó muy bien en aquella frase que se hizo pública en 2016: “Cuando eres una estrella, [las mujeres] te dejan hacerles cualquier cosa. Puedes hacer lo que quieras. Agarrarlas por el coño. Lo que quieras”. Hay estrellas que hacen lo que quieren en todos los ámbitos, pero son más definidas cuanto más poder de conjunto tiene ese ámbito y cuanto más masculinizado está. El fútbol es uno de esos espacios. Y cuando se habla de espacios, la cuestión va, o debería ir, más allá de un nombre: hacia la estructura. Cómo está organizada, qué permite, qué impera, quién impone, quién ayuda o asume o calla.

Por eso, este juicio, además de dirimir sobre un delito contra la libertad sexual, lo hará, de alguna forma, sobre esa estructura.

“La Federación es una organización absolutamente vertical”, decía hace unos días una fuente cercana a la acusación. En aquel momento, con Rubiales arriba desde hacía varios años, desde 2018, ¿qué tenía alrededor? “Mucha gente agarrada al poder, y al dinero”, añadía esta fuente, y algunos de ellos con sociedades compartidas con el expresidente ―algo que ya investiga la Guardia Civil en la llamada Operación Brody―.

Esto es importante, porque, según el testimonio, convirtieron la Federación “en una mafia”. Y como tal, actuó. Se refiere a las coacciones posteriores a Hermoso, que evidencian las pruebas telefónicas y de mensajería aportadas a la causa, y por las que no solo se sienta Rubiales en el banquillo de los acusados.

Estarán con él Albert Luque, exdirector de la selección masculina y exfutbolista; Jorge Vilda, exentrenador de la selección femenina ―que acabó denunciando su despido como improcedente y tras un acuerdo se marchó con 1,8 millones de euros―; y Rubén Rivera, exresponsable de marketing de la Federación. Son parte de esa estructura que se desplegó para proteger a Rubiales, y por ende, a sí misma. De ahí la dificultad de romper con los sistemas establecidos, que como sistemas tienen las herramientas y la capacidad para mantenerse.

El exseleccionador de fútbol femenino Jorge Vilda a su llegada a la Audiencia Nacional en Madrid cuando declaró durante la instrucción.
El exseleccionador de fútbol femenino Jorge Vilda a su llegada a la Audiencia Nacional en Madrid cuando declaró durante la instrucción.Samuel Sánchez

Fue la propia Federación “la que aplicó el protocolo de integridad, pero no el que correspondía, el de acoso”, apunta la fuente anterior. Es decir, que las diligencias que abrió la RFEF fueron por la normativa interna que castiga tanto la manipulación de partidos o amaños como la participación en juegos y apuestas ilegales, pero no por la de actuación frente a la violencia sexual que está datada del 23 de junio de 2023, apenas dos meses antes de la final del Mundial y que, entre las múltiples y concretísimas acciones que contempla como “inaceptables” y que “conllevarán consecuencias inmediatas”, está la del “beso a la fuerza”.

Tanto Rubiales como los otros tres encausados coaccionaron a Hermoso para que, si hablaba, todo lo que tuviese que decir fuera lo que el entonces presidente le pedía que dijese.

Silencio o sometimiento.

La presión fue directa y también a través de su entorno, sus amigas, su familia. En Australia, en el viaje de vuelta en el avión, ya en España, durante días.

En la instrucción consta que “[Rubiales] pidió a Vilda que hablase con el hermano [de Hermoso] para convencerla de que participase en la realización de un video [afirmando que el beso había sido consentido]. Vilda buscó en el avión a Rafael Hermoso y en el curso de la conversación le advirtió de que, si su hermana no accedía a participar en el vídeo, su negativa tendría consecuencias negativas para ella y experimentaría perjuicios en su carrera profesional como futbolista”.

Albert Luque, en un WhatsApp, llegó a lanzarle un “te vas a ver solita, solita”.

Y la Federación la dejó sola, sí. Pero quizás ni Luque ni Rubiales contaban, ni esperaban, la masa social, feminista, deportiva, mediática, global, que no lo hizo. El #SeAcabó que comenzó con el tuit de Alexia Putellas va más allá de la violencia sexual, contiene cuestiones que la traspasan y a la vez permiten que se produzca, las de fondo.

El “se acabó” es una expresión muy definitoria del hartazgo de una forma de hacer, la patriarcal, y carga con un significado que implica acción, la de cambiarla. Ese “desmontar la casa del amo” del que hablaba bell hooks, con sus herramientas o sin ellas, nunca es fácil. Pero es más fácil cuanto menos “solita” se está.

Manifestación contra Rubiales, en agosto de 2023, en Madrid.
Manifestación contra Rubiales, en agosto de 2023, en Madrid.Andrea Comas

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Sobre la firma

Isabel Valdés
Corresponsal de género de EL PAÍS, antes pasó por Sanidad en Madrid, donde cubrió la pandemia. Está especializada en feminismo y violencia sexual y escribió 'Violadas o muertas', sobre el caso de La Manada y el movimiento feminista. Es licenciada en Periodismo por la Complutense y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Su segundo apellido es Aragonés.
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