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Relevo en Moscú

Reagan prepara su paso a la historia mediante el acercamiento a la Union Soviética

Francisco G. Basterra

"Ronald Reagan está pensando en cuál será su legado histórico", ha afirmado un funcionario de la Casa Blanca para explicar el brusco cambio de tono en las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Soviética, que se ha concretado en una oferta norteamericana, sin condiciones previas, para celebrar una cumbre con el nuevo dirigente del Kremlin. La llegada al poder de Mijail Gorbachov (54 años), la posibilidad de que este hecho suponga la progresiva desaparición de la vieja guardia en Moscú, y, sobre todo, el deseo de adelantarse a cualquier propuesta imaginativa y aceptable del nuevo dirigente, han provocado la decisión de Reagan de imprimir un nuevo tono a las relaciones con la URSS, país al que no hace tanto tiempo consideraba un "imperio diabólico".

No se trata, sin embargo, de repetir la política de distensión de los años setenta, y "no se debe esperar ningún paso extraordinario en el futuro inmediato", advirtió ayer un portavoz presidencial. Algunos comentaristas norteamericanos señalan que ahora se ha. producido la verdadera sucesión de Leonid Breznev y hablan con nostalgia de la etapa de distensión de Henry Kissinger y Richard Nixon. La Administración trató ayer de rebajar las expectativas creadas por la sucesión en el Kremlin y el comienzo de las negociaciones sobre control de armamentos de Ginebra para impedir la creación de falsas esperanzas.Hay, simplemente, hasta ahora, una oferta honesta de diálogo, sin condicionarlo a la necesidad de que tenga resultados positivos o a la retirada soviética de Afganistán como se hizo en anteriores ocasiones. Se trata, de momento, de mantener abierta la comunicación, que se cerró peligrosamente hace 15 meses, cuando los soviéticos abandonaron las conversaciones de desarme.

Se regresa a la actividad normal de las relaciones diplomáticas entre Moscú y Washington, y se puede volver a hablar de la cotidianeidad en los terrenos comercial, tecnológico y científico. Reagan trata de aprovechar el momento psicológico que acompaña a cualquier cambio para buscar un acomodo con Moscú que impida la vuelta a la tensión que mantuvieron los dos países en el primer mandato presidencial. Lograr algo más se considera, hoy por hoy, en Washington, una utopía.

La primera ministra británica, Margaret Thatcher, ha resumido con precisión el actual momento: "Con Gorbachov se puede negociar". Pero la cautela de fondo permanece, tanto en Estados Unidos como en Europa, como ha reflejado el presidente francés, François Mitterrand, tras entrevistarse con el líder soviético: "Sería un error decir que la llegada del nuevo dirigente va a provocar cambios profundos en la política de la Unión Soviética".

Antagonista peligroso

Los primeros análisis de la Administración Reagan, la más anticomunista desde la época de la guerra fría, coinciden en que Gorbachov, por su relativa juventud y su mayor educación, puede ser un antagonista mucho más peligroso que sus predecesores. Con su oferta para que el secretario general del PCUS acuda a Estados Unidos en el momento que estime más conveniente, Reagan se ha adelantado a la previsible ofensiva de propaganda pacifista que Washington espera inicie el nuevo dirigente de Moscú. El presidente ha querido tomar la iniciativa antes de que Gorbachov -al que se considera en Washington "un gran relaciones públicas"- desarrolle una campaña de encantamiento de la opinión pública de Europa occidental utilizando los temores que suscita el polémico proyecto de Reagan de un sistema defensivo en el espacio.La muerte del anciano Konstantín Chernenko, que, a pesar de su incapacidad física y su parálisis política, fue, curiosamente, el líder que decidió reabrir el diálogo con EE UU, y la impresión de dominio de la situación y energía ofrecida en las primeras horas por su sucesor han servido para anunciar una nueva atmósfera entre Moscú y Washington. Estados Unidos, que interpreta normalmente al mundo a través de la pantalla de la televisión, se ha visto sorprendido por la imagen de un líder soviético que se mueve con vigor y naturalidad y puede hablar sin toser continuamente ni parece fatigado tras unas frases. Los más optimistas han hablado incluso de que la URSS inicia con Gorbachov una era kennediana. Este nuevo clima no se puede explicar, sin embargo, sin tener en cuenta la reanudación de las negociaciones de Ginebra, planificada desde el pasado otoño, y la verdadera causa de que ahora pueda hablarse de un ambiente favorable al entendimiento entre los dos superpoderes.

El primero en medio siglo

Reagan se ha limitado a aprovechar estos dos nuevos hechos para dar el paso necesario y ofrecer un encuentro con Gorbachov, que probablemente necesita tanto el presidente norteamericano como el líder soviético. El ocupante de la Casa Blanca estaba realmente preocupado porque los libros de historia iban a decir de él que había sido el primer presidente de EE UU desde Herbert Hoover, hace 50 años, que no se había reunido con los dirigentes de la URSS. Importantes sectores del Congreso y de la opinión pública favorecen esta cumbre en el segundo mandato, y la decisión de Reagan también será bien recibida por los europeos, que acusaban al presidente de cerrar las puertas al diálogo.El vicepresidente, George Bush, dijo en Moscú, tras entrevistarse con Gorbachov, que es la mejor oportunidad de los últimos años para progresar en las relaciones bilaterales, pero, al mismo tiempo, Washington advierte que las diferencias entre los dos países continúan siendo profundas. Es posible que la Unión Soviética, bajo Gorbachov, trate de salir de su aislamiento del resto del mundo (el último líder comunista que salió de su país fue Yuri Andropov, en 1983, a Checoslovaquia). Pero nadie espera en la Administración norteamericana que Moscú abandone la línea de continuidad en su política exterior, aunque el nuevo líder anuncie que la expansión del socialismo se hará "por la vía del ejemplo".

18 nuevos SS-20

Tampoco cambia la política básica de Washington, que mantiene inflexibles sus posiciones de rearme y de continuar con la investigación de la Iniciativa de Defensa Estratégica o guerra de las galaxias. "Nosotros no hemos cambiado, es la naturaleza de su liderazgo lo que ha variado ahora", afirma un portavoz de la Casa Blanca. En mitad de esta luna de miel abierta entre los dos adversarios, Washington anunció ayer su preocupación por la instalación de 18 nuevos misiles nucleares intermedios SS-20 soviéticos dirigidos a objetivos europeos, lo que hace ascender a 414 el número global de estos cohetes, armados con tres cabezas nucleares cada uno. El Pentágono también denunció que los soviéticos tienen ya muy avanzado su proyecto de un misil móvil de una sola cabeza nuclear. Reagan, a su vez, batalla por conseguir fondos para el misil intercontinental de 10 cabezas MX, al que ha bautizado como Pacificador.

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