Hassan II pretende reafirmar con su presencia el viernes en El Aaiún la soberanía sobre el Sáhara
La oración del viernes, momento culminante de la semana para un buen musulmán, será celebrada el próximo 8 de marzo con toda solemnidad en la mezquita de El Aaiún. El rey Hassan II, emir Al Muminim, príncipe de los creyentes, quizá la presida dentro de la gira que efectuará esta misma semana al Sáhara. El Gobierno en pleno, los 306 diputados del Parlamento y otros altos dignatarios del país están ya convocados.
Este acontecimiento debe confirmar lo que el monarca anticipó durante el 249 aniversario de su entronización el 3 de marzo último, y que hoy destaca la Prensa: "Nuestra soberanía es una e indivisible y se extiende a la totalidad de nuestro territorio nacional, desde Tánger a La Guera, y no será jamás objeto de negociación, y mucho menos de concesiones".Por tres veces consecutivas, los representantes de las tribus saharauis -junto con los de las demás tribus de Marruecos repitieron el lunes pasado, inclinados ante el rey, que montaba un caballo blanco, el juramento de fidelidad o bei'a, que reza así: "Que Dios guarde al rey, nuestro señor y dueño". En los medios oficiales se pone de relieve que esta visita del rey Hassan Il a las que la Prensa rnarroquí llama nuestras provincias saharauis coincide con el centenario de la visita al sur saharaui de Marruecos del antepasado del actual rey, el sultán Hassan I.
Los marroquíes la interpretan como el carpetazo definitivo a un asunto que ha sido en los últimos días -como ya lo fuera en el pasado- objeto de negociaciones secretas con Argelia que, una vez más, fracasaron. "Este problema", han afirmado algunos partidos polítícos marroquíes en una sutil crítica al personalismo con que el monarca' lleva este asunto, "no tiene nada de secreto. Las discusiones secretas sólo favorecen a Argelia, que puede pretender así, que existe una cierta ambigüedad marroquí al respecto".
En todo caso, los marroquíes sostienen que es muy significativo que en esas últimas negociaciones Argelia haya propuesto una solución diferente a la de la independencia del Sáhara. La mayoría sospecha, no obstante, que se trataba solamente de llenar una etapa destinada a edulcorar la posterior independización del territorio.
Según han repetido estos días tanto el primer ministro, Karim Lanirani, como varios ministros del Gobierno, Marruecos mantiene su compromiso de llevar a cabo un referéndum de autodeterminación, autodeternacionalmúnte controlado, de los habitantes del territorio. Nadie ha explicado, sin embargo, si Marruecos aceptaría retirar sus tropas del Sáhara antes y durante la consulta, como garantía de libertad de la misma, ni hasta qué punto cedería a ese fin la administración del territorio. Existen, sin embargo, numerosos indicios que certifican que Marruecos nunca ha contemplado la primera posibilidad, y en cuanto a la segunda, que poco modificaría las actuales circunstancias administrativas del Sáhara.
Lo incomprensible del presente es que Argelia y el Polisario no insistan ya en exigir que se den esas condiciones, sino en la independencia pura y simple del territorio o una solución que lleve a ella. Los 61 países que ya reconocen a la RASD saharaui no ayudan a forzar un referéndum con garantías y estimulan a la continuación de la batalla diplomática por el reconocimiento internacional de la RASD, como hecho consumado, según Marruecos. En los primeros años del conflicto, cuando la guerra del Polisario llevaba diariamente la inseguridad a las poblaciones saharauis administradas por Marruecos, éste podía sospechar que con ocasión de un referéndum, 75.000 o 100.000 saharauis podían pensar que las riquezas piscícolas, el fosfato y la posibilidad de que exista petróleo en su subsuelo les permitiría convertirse, siendo independientes, en una especie de Kuwait atlántico y saharaui.
Cansancio- europeo
Hoy, bajo la Administración marroquí viven más de los dos tercios de los saharauis realmente originarios del territorio, y Marruecos lo ha poblado suficientemente con marroquíes del Norte. La voluntad de Marruecos de conservar el territorio a cualquier precio y el incuestionable deseo de Argelia de influir en él impiden que los saharauis puedan contemplar la posibilidad de disfrutar una independencia en paz. Se opta, por tanto, al mantenimiento de la situación. Marruecos ha dedicado a este territorio una parte de su presupuesto muchísimo superior a la dedicada al resto de las regiones del país.
La llegada al poder de los socialistas en países europeos mediterráneos con grandes intereses en. el Magreb no se ha traducido en un mayor alineamiento con las tesis argelinas, sino, por el contrario, en la acentuación de los deseos de relaciones equilibradas con todos los países del Magreb. Esto demuestra el cansancio hacia un conflicto que dura a nueve años, en el que subyace una dura pugna por la hegemonía en el Magreb.
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