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Una política imperial y belicosa

The New York TimesHa vuelto la presidencia imperial. El presidente Reagan aceptará convivir con Nicaragua solamente si se rinden sus gobernantes izquierdistas. Si no lo hacen, desea que se forme un ejército que los derribe. Si el Congreso ha aprobado leyes que lo prohiben, está mal informado y esas leyes son meras propuestas. ( ... ) Tan notable como la amenaza ha sido su justificación. Condenó a Nicaragua por la ausencia de libertades y la traición a las promesas democráticas hechas en 1979 a la Organiza ción de Estados Americanos (OEA). Todo esto es deplorable, pero no amenaza la seguridad de Estados Unidos. Ahora, Reagan pide permiso, invocando la Carta de la OEA, para hacer lo que ésta prohíbe: el uso de la fuerza o de la amenaza de la fuerza contra la so beranía de un vecino. El belicoso mensaje tiene por objetivo el Congreso, que votó el año pasado el fin del suministro de fondos para los guerrilleros contras en su guerra con Nicaragua. Esto implica que los legisladores que se oponen a la aprobación de fondos están equivocados o son unos cobardes. Pero no es cobardía impedir que Estados Unidos sea juzgado, como la Unión Soviética, por sus fechorías. No es una equivocación interrogarse por qué 15.000 rebeldes han fracasado en lograr apoyos dentro de Nicaragua. En cuatro años no han logrado una victoria, conquistado una ciudad o unificado sus mandos.

No hay forma de conciliar estos fracasos con las alegaciones de Reagan de que se trata de un país sojuzgado por invasores extranjeros, como si Nicaragua fuese Afganistán. ( ... )

25 de febrero

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