Sciascia y las palabras más gastadas de la vida
El escritor italiano Leonardo Sciascia, poeta de la difícil concisión, es un gran avaro de palabras, ama el silencio. Pese a estar cercano a las cosas, está considerado al mismo tiempo el escritor más reflexivo de este país. Sacarle una frase hablada es como arrancar de una montaña un bloque de mármol, pero cuando pronuncia una palabra se siente ese estampido seco y hondo de una botella de vino añejo abierta para el invitado de honor. El corresponsal de EL PAIS en la capital italiana consiguió de él un grupo de definiciones que, por sí mismo, pone de relieve cuál es el carácter de este personaje.
, Leonardo Sciascia, que ama vivir en su pequeño caserío, aislado del tumulto, en la provincia de Agrigento, Sicilia, sin teléfono pero con la mesa puesta siempre para los amigos, vuela a veces a París, la ciudad que una vez fuera como una segunda patria para el gran escritor siciliano. Ahora se escapa con mayor frecuencia a la tierra de Cervantes, de Unamuno, y va creciendo la familia de sus amigos españoles.
Sciascia pasa por Roma cada vez menos, sobre todo desde que abandonó el Parlamento como diputado radical. Y cuando pasa lo hace como una sombra, sin trompetas, porque es poco sensible al ruido de la publicidad.
Duerme siempre en el mismo hotel y come en el mismo restaurante, al lado de la plaza del Panteón. Quien lo descubre se acerca al maestro con respeto. Y él, tímido por temperamento y reservado por siciliano, es siempre afable pero difícil a las concesiones periodísticas. Sólo con los amigos es entrañable. El escritor responde sólo con movimientos de cabeza cuando se le pregunta qué está pasando en su país y en el agitado mundo político.
Y habla sólo cuando le propongo conversar sobre Las palabras y las cosas. Le gusta el juego. Yo le pronuncio, una a una, un rosario de palabras, las que se leen cada día en los periódicos, las que usamos todos. Las palabras más gastadas de la vida. Y Sciascia hace de cada una como una instantánea fotográfica. A veces responde sin pensar, como lanzando una saeta. Otras sonríe y repite dos o tres veces la palabra, como hablando consigo mismo. Otras se queda hasta un minuto en silencio antes de responder. Como cuando sonó la palabra España. Respondió: "Una nación pasional más que cultural, con muchas semejanzas y muchas desemejanzas con Italia. Las semejanzas son en lo peor; las diferencias, en lo mejor".
Italiano: "Un personaje que se parece cada vez más a la imagen de Sthendal: mucha energía y un desorden inconmesurable".
Escándalo: "Pertenece ya a la vida cotidiana: se come, se bebe, se trabaja, se duerme y hay escándalo".
Misterio: "El punto donde termina el escándalo".
Honor. "Palabra ya en desuso. Por suerte, en su desaparición ha arrastrado también la vergüenza del delito de honor".
Democracia: "Palabra cada vez más vacía. No contiene ya la idea del derecho y de la justicia". Aquí Sciascia puntualiza: "Estoy respondiendo siempre pensando sobre todo en Italia".
Cárcel. "Un lugar donde podrían acabar más de la mitad de los italianos, porque las leyes son tantas, tan farragosas y complicadas, que no existe un italiano que no esté constreñido a violarlas".
Sexo: "Algo de lo que todos hablan pero que en realidad interesa siempre menos".
Iniquidad. "Una visión manzoniana y desesperada de este país, pero que no ha perdido actualidad".
Proceso: "Espejismo. Hay quien lo espera desde hace más de ocho años".
Periódico: "Nuestra mentira cotidiana".
Muerte: "Los muertos son muchos, pero la idea de la muerte se aleja más cada día".
Fantasía: "Gracias a ella sobreviven aún los italianos".
Partido: "Lo que ha liquidado el Parlamento. En vez de 1.000 parlamentarios, aquí bastarían media docena de secretarios de partidos".
Televisión: "El opio del pueblo".
Feminismo: "Algo que ha convenido al machismo".
Tiempo libre: "Brancati, al final del fascismo, imaginó a un hombre que se ponía delante del espejo: 'Eres libre, piensa', y como no conseguía pensar se volvió a hacer fascista. Así es el tiempo libre: la mayor parte de la gente no sabe para qué sirve".
Estupor: "Una vez intentaba asombrar al burgués. Hoy se intenta asombrar a sí mismo".
Silencio: "Lo que nos falta para poder pensar".
Esclavitud: "Una condición más bien difundida".
Virtud. "Los italianos tienen muchas virtudes, pero les falta la que Montesquieu llamaba la virtud, es decir, el buen gobierno".
El barniz de los imbéciles
Mezquindad: "Antes era una degradación del comportamiento, ahora es una dimensión de la existencia".
Paciencia: "Hoy está siempre asociada a la impaciencia. Se soporta todo y, al mismo tiempo, se tiene la paciencia de esperar".
Pereza: "Existe, sobre todo la intelectual. Un caso personal: si digo que me contradigo e intento decir lo contrario, todos vienen a reprochar mis contradicciones, y si digo que debo mucho a un escritor como Brancati, los críticos dirán que le debo muchísimo".
Inteligencia: "Un barniz muy usado por los imbéciles".
Trabajo: "Una vez se decía que la santidad del trabajo la proclamaban los que hacían trabajar a los demás; hoy no se habla ya de santidad del trabajo, pero es siempre mejor que lo hagan otros".
Anciano: "Condición triste, hoy como ayer, pero se puede decir, como en La granja de los animales, que hay ancianos más ancianos que los demás".
Dinero: "Hay demasiado, y vuelve a ser demasiado deseado. Mejor si hubiese menos, pero no para los pobres".
Satanás: "Te viene la tentación de creer que existe cuando tenemos enfrente de nosotros a hombres que parecen su encarnación, sobre todo en la vida pública".
Amistad: "Ya Voltaire decía que el templo de la amistad está vacío. Entre nosotros existe aún en el sur de Italia".
Sciascia sonríe y añade, aludiendo a la Mafia, sin nombrarla, como hace todo buen siciliano: "Y a veces negativamente".
Sabiduría: "¿Dónde encontrarla?".
Pesimismo: "La realidad es pésima, pero los hombres, aceptando la vida, no se pueden sentir ya pesimistas".
Ironía: "Lenguaje desconocido. Aquí lo irónico se toma siempre en la letra. Una de las razones por las que Promessi sposi es el libro menos entendido en Italia es porque Manzoni usa mucho la ironía".
Fe: "¡Bah! La fe está en otras iglesias, quizá en iglesias aún no construídas".
Humorismo. "En Italia hace falta una dictadura para desarrollarlo. Existía mucho durante el fascismo; hoy casi ha desaparecido, pero no es un pecado sólo italiano".
Esperanza: "Invisible".
Ecología: "Todos tienen llena la boca de ella, pero el desastre sigue en marcha".
Soledad. "Es, como el silencio, difícil de conseguir y, sin embargo, estamos todos muy solos, enfermos de soledad pasiva".
Parlamento: "Consulte partido".
Partido Comunista (PCI): "No sabe qué hacer, pero recoge cada día más consensos".
Democracia Cristiana (DC): "Tampoco sabe qué hacer, pero recoge cada vez menos votos".
Partido Socialista (PSI): "Quizá sabe lo que se debe hacer, pero no logra conseguirlo".
Partido Misino o Neofascista (MIS): "Está fuera de juego. Podría decir las verdades más tremendas y nadie lo escucharía".
Partido Republicano (PRI): "Existe, pero ellos están convencidos de que sentimos su necesidad".
Partido Liberal: "A veces dice cosas justas, pero acaba aliándose para las cosas injustas".
Partido Radical (PR): "Sabe muy bien lo que no hacen los otros; sabe lo que habría que hacer, pero no está nunca en condiciones de llevarlo a cabo".
Envidia: "Baltasar Gracián la definía como 'malignidad hispánica'. Pero es también italiana".
Virilidad. "Algo que a los italianos preocupa mucho y que el fascismo cultivó; que aún siga preocupando demuestra que el fascismo no se ha acabado".
Femineidad: "La exaltación de la femineidad es fruto del culto a la virilidad, pero existe una femineidad verdadera, que es la que pertenece a la variedad y a la belleza de la naturaleza".
Sicilia: "No es sólo la Mafia".
Europa: "El poeta decía: Mónde están, todos lo saben; qué cosa sea, nadie lo ve".
USA: "Para uno de los de mi edad sigue siendo, a pesar de todos los pesares, el mito de la libertad".
URSS: "Lo mismo, pero al revés: para uno de mi edad sigue siendo también el oscuro mito del estalinismo".
Tercer Mundo: "Algo que no sabemos bien si estamos dentro o fuera".
Sentido de culpa: "No lo conozco".
Materialismo: "Se va pareciendo cada vez más al espiritualismo".
Terrorismo: "Mala literatura".
Guerra: "Desde hace sesenta años sigo oyendo que ya no habrá más, y he visto ya más de una. Espero sólo que ahora sea cierto".
Hipocresía: "Ya no hay, pero era mejor cuando existía".
Inútil: "Para descubrir el sentido de lo inútil, entrar en las librerías".
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.