La amante
La concesión del Premio Goncourt a L'amant, de Marguerite Duras, reedita un cuarto de siglo después el caso de cuando Simone de Beauvoir lo obtuvo con Los mandarines. Se trata de una mujer, de una escritora ya hecha, de esas que tan extrañamente abundan en la literatura francesa actual y que va a permitir al gran público tener acceso a una de las obras más misteriosas e importantes de las letras contemporáneas.A la Duras se la clasificó al lado de los cultivadores del nouveau roman, ese movimiento otrora tan elogiado como hoy denostado y siempre tenazmente leído por sus fieles minorías, pero en realidad casi nadie mantiene ahora la exactitud de aquella adscripción. La Duras es una escritora subjetiva, personalísirna, intensa y delicada, de una terrible y desolada sutileza poética.
Sus principios fueron casi autobiográficos (El marino de Gibraltar, Un dique contra el Pacífico), luego evolucionó hacia un objetivismo peculiar (El square), desembocó en el cine, primero como guionista en Hiroshima mon amour y luego como directora en India Song y Son nom de Calcutta dans Venise deserte; atravesó el teatro (Le camión, Aurelia Steiner), para terminar en la novela siempre, con obras como Llamour, o esas fábulas tan delgadas, de escasas decenas de páginas, donde está su obra maestra, La maladie de la mort.
Atravesó también el alcoholismo y el feminismo, para terminar, por ahora, tras decenas de nove las, obras teatrales y películas, en esta L'amant, donde vuelve a la autobiografia y relata sus amores adolescentes con un rico comerciante chino en el Saigán de la preguerra;, pero también la desintegración de su familia, la figura de la madre, el amor hacia un hermano y el odio hacia el otro, en una fábula donde el sentimiento amoroso es tratado con ese delicado rigor, esa objetividad amoral y esa misma poesía de cuando las personas se disuelven en las cosas, en los hechos y en los paisajes, y el mundo se convierte en alma.
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