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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Equilibrio en el Magreb

LA BÚSQUEDA de un equilibrio diplomático en el Magreb ha llevado a Argel al vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, y a Rabat al ministro de Defensa, Narcís Serra. El Gobierno ha explicado el viaje de este último en función de la obligatoriedad de su asistencia a las maniobras conjuntas hispano-marroquíes que se celebrado durante esta semana. En cualquier caso, la simultánea estancia en dos países rivales del Magreb de dos ministros españoles trae al recuerdo los viajes que realizaron por separado, en marzo de 1983, Felipe González y Alfonso Guerra a Marruecos y Argelia, respectivamente.Guerra, al llegar el viernes a Barajas, ha subrayado la identidad de puntos de vista entre España y Argelia sobre la unión libio-marroquí, sellada el pasado verano. Habría que saber hasta dónde llega esta identidad, ya que, como es sabido, Argelia se ha sentido amenazada por ese acuerdo. Entretanto, Serra ataba en Rabat y Fez los proyectos de cooperación militar entre España y Marruecos, que pueden traer sustanciosos beneficios a la industria de armamento española.

A pesar de los intermitentes incidentes que se suceden entre los pesqueros españoles y las autoridades marroquíes -que son considerados como simples anécdotas en ambos países-, lo cierto es que las relaciones entre Madrid y Rabat pasan por uno de sus mejores momentos. Lo curioso es que esto se produzca en unos años en que está en el poder el PSOE, partido que en sus tiempos de oposición se mostró muy distante de la monarquía alauí y se dedicó a estrechar lazos fraternales con el FLN, el partido único que dirige Argelia desde su independencia.

Desde entonces, las cosas han cambiado bastante: el PSOE ha dejado de apoyar desde el Gobierno las tesis que mantenía sobre el Sáhara cuando estaba en la oposición y sus posturas en nada se distinguen -quizá sólo en que son más claras- de la de los Gobiernos de UCD. Para colmo, las diferencias entre España y Argelia en el contencioso existente en tomo al suministro de gas han puesto más dificultades aún a las relaciones entre ambos países.

Marruecos, entretanto, potencia su acercamiento a España y ofrece la posibilidad de la firma de un acuerdo a alto nivel -incluso un acuerdo de defensa mutua- que subrayase las relaciones entre ambos. España se resiste, porque cree que una entente de este, tipo a ser interpretada, por Argelia como un gesto hostil. Ésta es la cavisa de que Hassan II haya ido retrasando su visita oficial a España, ya que se ha puesto como condición previa que hubiera un papel de importancia que firmar para entonces en Madrid.

El equilibrio español en el Magreb parece difícil mientras no se solucione el contencioso del gas con Argelia, que ha frenado no sólo las relaciones políticas, sino también los intercambios comerciales entre. ambos países, que parecían tan prometedores.

Los vaivenes del Magreb obligan a España no sólo a buscar un equilibrio, sino a mantenerlo lo menos precariamente posible una vez que lo alcance, si es que logra hacerlo. En una situación tan delicada resulta especialmente pintoresco comprobar otra vez cómo renacen los celos y conflictos de competencias entre los ministerios de Defensa y Asuntos Exteriores, que se han hecho ver de nuevo durante los preparativos del viaje de Serra a Rabat. También es curioso que sean el vicepresidente del Gobierno y el titular de Defensa -y no el ministro de Asuntos Exteriores- quienes encabezaran esta casual y tímida ofensiva diplomática en el Magreb.

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