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Las primeras elecciones en Nicaragüa tras el somocismo

El día después

Todos los candidatos coinciden en la provisionalidad de los comicios

JESÚS CEBERIO ENVIADO ESPECIAL Antes de que los nicaragüenses acudan a votar este 4 de noviembre ya se habla de nuevas elecciones. El Partido, Popular Socialcristiano (PPSC), que decidió mantener a sus candidatos "aunque se retire el Frente Sandinista", según expresión de su presidente, Mauricio Díaz, ha pedido la disolución de la Asamblea en cuanto elabore la constitución para convocar inmediatamente elecciones generales. Toda la derecha, que decidió abstenerse, y algunas siglas de izquierda secundan este planteamiento.

Sergio Ramírez, candidato a la vicepresidencia por el Frente Sandinista, declaró el jueves que el nuevo Parlamenío "tiene capacidad para adelantar las elecciones. Lo normal sería convocar las municipales para 1988, pero ésa ts una decisión que corresponde a la propia Asamblea".

De acuerdo a la ley Electoral vigente, los nicaragüenses eligen hoy a un presidente, un vicepresidente y 90 diputados. El mandato de todos ellos es deseis años, y durante los dos primeros la Asamblea tendrá poderes constituyentes. El Frente impuso esta fórmula en el Consejo de Estado con el argumento de que el país no está en condiciones de soportar procesos electorales continuados.

La marginación de varias fuerzas políticas importantes y la precaria participación de otras en este proceso electoral puede llevar a una revisión de esta postura. Está en juego la paz nicaragüense, que, según todos los partidos políticos que hicieron campaña, es el tema prioritario en las preocupaiones de los nicaragüenses.

Las elecciones de hoy no parece que puedan contribuir en gran me dida a alcanzar la reconciliación nacional. que era su obietivo básico ocho meses atrás. Es evidente que Estados Unidos ha hecho cuanto podía por boicotear estos comicios, intensificando la guerra y tratando de desenganchar al mayor número de partidos.

El Gobierno, sandinista puso también una parte: echó a sus turbas a pelear con los partidos de oposición y utilizó el aparato del Estado en beneficio propio, hasta provocar la espantada de la derecha tradicional. La consecuencia es que las urnas no van a alterar para nada el curso de la guerra.

En la campaña sandinista no ha faltado una cierta mística del holocausto. Pero esta revolución quiere, ante todo, sobrevivir. Bajo este ángulo debe interpretarse la, convocatoria de un diálogo nacional en el que participan las fuerzas más alejadas del régimen y que constituye en la práctica un proceso paralelo a las elecciones.

Mayoría absoluta

Con esta iniciativa, el Gobierno pretende reincorporar a la vida política a aquellas fuerzas que se descolgaron de las elecciones, a fin de evitar un peligroso deslizamiento hacias las vías armadas. Los sandinistas tienen, seguraniente, razón cuando dicen que la puerra no depende de ellos, sino de Washington, pero no le será fácil a la Administración Reagan encontrar un pretexto convincente si en el interior de Nicaragua se! abre una cierta distensión.

Sergio Ramírez ha dicho que la futura constitución debe reflejar un consenso nacional, y que los partidos no inscritos. pueden influir en su redacción a través del diálogo nacional. Con estas palabras trataba de acallar los teinores de algunos partidos ante la posibilidad de que el Frente Sandinista trate de imponer un texto a su medida apoyándose en la mayoría absoluta que todos le adjudican.

Entre la Coordinadora Deníocrática Nicaragüense (CDN) y el partido gubernamental, que serían los dos polos del diálogo nacional, existe un abismo, que aparece dificil de superar. Los primeros exigen un marco electoral y económico homologable a los países occidentales., Los segundos no están dispuestos a renunciar a ninguna de las conquistas de la revolución.

La desconfianza mutua salta en cada declaración. Los sandinistas no se recatan en hacer pública su sospecha de que la Coordinadora es una especie de caballo de Troya introducido por la CIA. Los líderes de la derecha dicen por su parte que este Gobierno no cumple sus pactos, y como muestra enseña el decreto de 21 de octubre de 1979 por el que se comprometió a no realizar nuevas, confiscaciones, sin que nunca se respetara su propia norma.

Sobrevivir

En cualquier caso, las circunstancias de hoy parecen ser muy distintas a las de hace cinco años. El problema principal para casi todos en Nicaragua es hoy el de sobrevívir. Esto significa para el Gobierno quitar argumentos a la intervención norteamericana. Para la derecha supone evitar su muerte política, que la ley Electoral decreta automáticamente a los partidos que no se inscribieron en las elecciones.

Para el pueblo, en fin, sobrevivir es igual a poder comer todos los días, algo que se presenta como problemático a nada que se prolongue la guerra.

Las elecciones podían haber contribuido sustancialmente a resolver estas cuestiones. Casi todos reconocen que no ha sido así. La esperanza está ahora depositada en el diálogo.

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