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Costa Rica y Guatemala se suman a las críticas de EE UU contra el acta del Grupo de Contadora para Centroamérica

La ofensiva de Washington contra el acta de paz de Contadora le ha rendido excelentes resultados: los Gobiernos de Guatemala y Costa Rica se han unido al coro de Honduras y El Salvador para pedir modificaciones a la versión revisada del tratado. Aunque cada país asegura defender sus intereses nacionales, lo cierto es que ven lagunas en el texto, lo que les ha llevado a corregir su aceptación inicial después de que Estados Unidos hizo públicas sus reservas. En el seno mismo del Grupo de Contadora han surgido discrepancias acerca del manejo del acta dentro de las Naciones Unidas. La diplomacia norteamericana trata de evitar su presentación formal ante el Consejo de Seguridad, tal como pretende México.

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Las delegaciones de Colombia y Venezuela estarían a favor de repartir el texto sin debate. En cualquier caso, parece seguro que el secretario general de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, incorporará la cuestión a su informe general.El punto de vista norteamericano es que el acta no puede mostrarse ante la comunidad internacional como un documento de consenso mientras persistan las objeciones formuladas por los países afectados.

Los cancilleres del Grupo de Contadora esperan reunirse con el secretario de Estado, George Shultz, que, por otra parte, viajará a México el próximo día 11 para conocer directamente las reservas de su Gobierno.

"Hay que ver", ha declarado el canciller mexicano Bernardo Sepúlveda, "si las objeciones de Estados Unidos son de procedimiento, en cuyo caso se podrían atender. Hasta donde sabemos, es lo que han señalado con más insistencia. Sería diferente si se tratara de aspectos sustantivos".

El Grupo de Contadora entiende que el acta revisada es un texto equilibrado que concilia todas las preocupaciones expresadas por los Gobiernos centroamericanos durante 20 meses de conversaciones. Aunque caben algunas afirmaciones en materia de procedimiento, la negociación propiamente dicha está, a su juicio, cerrada.

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Carlos Icaza, director para Asuntos de Centroamérica en la cancillería mexicana, ha afirmado que el rechazo de Estados Unidos al acta se debe a que ésta "se contrapone a sus intentos de controlar políticamente América Central". Este forcejeo diplomático pone de manifiesto, una vez más, que Washington es el único centro de gravedad de toda la política regional y que Europa tiene escasas posibilidades de contrarrestar su influencia. La reunión de San José (a la que asistieron la pasada semana los ministros de Asuntos Exteriores de la CEE, España, Portugal, Contadora y Centroamérica) fue, en este sentido, flor de un día. El apoyo europeo a la versión revisada del acta ha sido irrelevante frente al obstruccionismo de EE UU.

La unanimidad en la capital costarricense se ha mostrado como un espejismo, que se ha disuelto en cuanto la diplomacia norteamericana presionó a sus aliados regionales para que presenten reservas al texto. El Salvador, que es quien recibe más ayuda de Washington, es también el que más ha endurecido el tono, hablando incluso de contradicciones entre sus intereses nacionales y el documento.

Los hondureños exigen modificaciones operativas, lo que sugiere un mayor endurecimiento en los sistemas de control, y algunos cambios en el calendario de desarme.

En un proceso de intenciones a su vecino nicaragüense, el canciller Edgardo Paz ha declarado que su país desconfía de los sandinistas "aunque firmen el acta". Las actitudes más conciliadoras son las de Costa Rica y Guatemala, que piden pequeño, ajustes.

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