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Crítica:Festival de Otoño
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Óscar Araiz, un genio del 'ballet' para 'Tango'

Como el año pasado en el Festival de Santander (EL PAIS, 27 de agosto de 1983), la creación de Óscar Araiz para el Ballet del Gran Teatro de Ginebra ha entusiasmado al público madrileño, que sigue con fidelidad entusiasta la aventura del primer Festival de Otoño. El palacio de Congresos y Exposiciones registró una entrada que rozó el lleno, y al final de la representación el coreógrafo y la compañía ginebrina recibieron ovaciones. El talento, tan singular y renuente a toda clasificación, de Óscar Araiz (Bahía Blanca, 1940) se volvió en esta ocasión a lo que constituye la intrahistoria sentimental de lo argentino: el tango. Con las letras de los tangos decía Borges que podría darse cuerpo a una especie de comedia humana a lo Balzac. Es cierto: esta música popular refleja los perfiles de una manera de ser, aunque lo haga desde lo suburbano y comercial. Araíz ha sabido captar y esterilizar al máximo la esencia y la filosofía del tango a través de una larga y variada evocación que se apoya en excelentes arreglos de Atilio Stampone y en una ambientación, tan sencilla como elegante, de Carlos Cytrynowsky, autor de estupendos figurines.

Tango (1981)

Festival de Otoño. Ballet del Gran Teatro de Ginebra. Director: Óscar Araiz. Vestuario: Carlos Cytrynowsky.Palacio de Exposiciones y Congresos. 2 de octubre.

Tras un responso, el ritmo del tango inicia su vida en la coreografía de Araiz; suenan viejas y modernas melodías estructuradas en números de danza de tan asombrosa expresividad como decidida continuidad. Pienso que Tango debe darse sin descanso alguno para no interrumpir un proceso genialmente calculado. Araiz ha llevado a cabo con el baile del tango, sus gestos, sus pasos, su expresión y con su mundo, una creación paralela a la de Ravel en La Valse, aunque por temperamento y formación el maestro de ballet se inclina hacia un original expresionismo que en algo trae a nuestro recuerdo ciertas creaciones del Equipo Crónica.

La disciplina sin rigidez y la gracia individual y colectiva de los bailarines ginebrinos merecería la cita de cuantos forman el conjunto (recordemos a Claudine Andrieu, Robart Thomas, Christine Bertrand, Cheryl Wrench, Billa Lark, Laura Smeak o Bonnie Wickoff).

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