Armas y drogas, exportaciones no tradicionales de Suramérica
Una de las consecuencias de la política de prohibición de ventas de armas de la Administración norteamericana de James Carter a los países del Cono Sur regidos por militares fue, paradójicamente, el desarrollo de una industria nacional de material bélico que ha ido ganando considerable sofisticación.Los brasileños confían en alcanzar una suma de exportaciones de material bélico de alrededor de 10.000 millones de dólares anuales en la década de los noventa. En la actualidad, Brasil es el quinto ex
colaboración entre los sectores militares, la industria y los centros universitarios.
El panorama de la droga es radicalmente distinto. Es una actividad ilegal, pero que cuenta con un mercado mundial de gran consideración, lo que ha originado el establecimiento de un sistema de producción y distribución con ramificaciones internacionales. El centro capitalista de la actividad de la droga es Colombia, si bien en la actualidad la producción tiende a darse en otros países. Pero son colombianos los que han montado el sistema productor y de distribución. En gran parte, como consecuencia de esta situación, Colombia es uno de los pocos Estados latinoamericanos que no aparece con una situación de deuda externa apremiante.
En la década de los setenta, Colombia era el principal productor de marihuana, junto con México, y exportaban al mercado estadounidense. Se estimó que las exportaciones de droga rindieron en 1980 2.150 millones de dólares a Colombia y dieron trabajo a 200.000 campesinos. Sin embargo, esta situación cambió radicalmente en los últimos años. La mayor liberalización penal con respecto a la marihuana en Estados Unidos y la aparición de una verdadera revolución agrícola en lo relativo a la producción de esta droga en Norteamérica implica que, en nuestros días, la mayor cantidad de esta planta se produce en EE UU, a veces hasta en macetas. Como consecuencia, las exportaciones mexicanas.y colombianas disminuyeron considerablemente.
Sin embargo, los capitalistas colombianos trasladaron sus operaciones a Perú y Bolivia, desarrollando la exportación de la coca y su derivado, la cocaína, al mercado estadounidense. Esta nueva producción se da en la selva trasandina peruana y en la región de Santa Cruz en Bolivia. En Perú existe el temor de una relación entre las guerrillas de Sendero Luminoso y la exportación de drogas. En estas condiciones, se aumentaría considerablemente el potencial económico -y, por ende, la posibilidad de obtener armamento moderno- por parte de Sendero Luminoso. En el caso boliviano, los intereses relacionados con las drogas parecen extenderse incluso a sectores del Ejército que han gobernado en el pasado reciente.
La magnitud de las cantidades que giran en torno a la producción y exportación de la droga hace muy difícil su erradicación. Es muy posible que estemos observando la emergencia de una nueva, clase capitalista en América Latina como se diera en Estados Unidos con el contrabando de bebidas alcohólicas durante la prohibición en la década de los veinte.
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