"Les esperamos con los brazos abiertos", dijo el presidente argentino en su encuentro con ciudadanos de su país
"Les esperamos en Argentina con los brazos abiertos", dijo en la tarde de ayer el presidente Raúl Alfonsín al más de medio millar de argentinos residentes en Madrid que estaban presentes en la recepción que ofreció en la residencia de su embajador en España. Los asistentes habían sido convocados por rigurosa invitación y constituían una pintoresca mezcla: hombres de negocios; simpatizantes del actual Gobierno; algún peronista; bastantes antiguos exiliados que han hecho de España su país; caras populares, como las de Alberto Cortez y Celia Gámez.
Los salones y el jardincillo del elegante palacete neoclásico en el que tiene instalada su residencia el embajador de Argentina en Madrid estaban completamente llenos. Alfonsín, que aprovechó para descansar en las habitaciones del piso de arriba en el tiempo que le quedó libre entre el almuerzo que le ofreció el Parlamento español y el comienzo de la recepción, apareció, entre aplausos, pasadas las 18.15 horas.Fue besando a las señoras y estrechando las manos de los hombres, buscando palabras para todos. La palabra más repetida en los cortos diálogos era suerte. Suerte para los argentinos que han preferido quedarse en España y suerte para la renaciente experiencia democrática argentina.
Abriéndose paso como pudo, Raúl Alfonsín tardó una hora en recorrer los salones, dar una vuelta al pequeño jardín y escuchar un par de canciones de una estudiantina que fue a saludarle y le impuso una banda, que el presidente se colocó sobre su chaqueta antes de empezar a corear con palmas las canciones que le dedicaban.
Convocatoria
Simpatizantes del Movimiento de Apoyo a la Democracia Argentina repartían panfletos convocando a los argentinos para acompañar hoy a su presidente, a las 11. 30 horas, en la plaza de la Villa, durante el acto en el que el alcalde de Madrid, Enrique Tierno Galván, le entregará las llaves de la ciudad.
Muchos de los que estaban ayer en la recepción pisaban por primera vez la residencia del embajador argentino: la situación política anterior, que fue lo que a muchos hizo abandonar su país para venir a España, les había llenado de recelos. Alfonsín, en las pocas palabras que pronunció para todos en la recepción, recordó que aquélla era ya "la casa de todos". Los recuerdos del pasado cercano -que creó un flujo migratorio de Argentina a España de 50.000 a 250.000 personas, según los diversos cálculos- parecían olvidados. Había, más bien, aire de fiesta.
