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¿Fin de reinado en Sudán?

El presidente Numeiri acaba de prolongar el estado de emergencia, proclamado el pasado 29 de abril, por un mes más sobre todo el territorio sudanés. "Las causas que habían exigido esta medida no han desaparecido". Efectivamente, nada se ha arreglado y el porvenir del régimen se mantiene sombrío.La bancarrota únicamente se ha podido evitar gracias al desbloqueo por el Fondo Monetario Internacional de un nuevo socorro financiero. Los movimientos de reivindicación de las diferentes categorías profesionales han sido, es cierto, reprimidos, pero el descontento popular provocado por la penuria de ciertos alimentos de primera necesidad y la subida constante del coste de la vida es más fuerte que nunca. Las medidas tomadas contra la corrupción se han revelado ilusorias, ya que solamente han afectado a los pequeños traficantes y a algún personaje ya desacreditado, respetando a la mayoría de los grandes especuladores.

En fin, la situación en el Sur, prácticamente controlado por el Ejército de Liberación de los Pueblos de Sudán (ALPS), sigue igual de preocupante. Con el inicio de la estación de las lluvias, que paraliza las comunicaciones entre las diferentes guarniciones gubernamentales, se espera un recrudecimiento de los ataques rebeldes.

El único resultado visible de un mes de estado de emergencia ha sido la aceleración del proceso de islamización forzada del país. Los nueve tribunales de excepción creados por el presidente Numeiri se han puesto a aplicar sin contemplación la Charia (ley islámica), puesta en vigor en el país en septiembre pasado. Por primera vez, una pena de muerte se ha pronunciado contra un sudanés reconocido culpable de adulterio. Su cómplice ha sido condenada a 100 latigazos. El miércoles, un cura católico italiano, encontrado en posesión de "una botella de whisky, 16 botellas de vino y una caja de cervezas", ha sido azotado en público. Las amputaciones de la mano derecha de los ladrones prosiguen a un ritmo acelerado. Los nuevos inquisidores islámicos han llevado la crueldad hasta la inauguración de una nueva pena: el supliciado pierde, a la vez que su mano derecha, su pie izquierdo.. La campaña de islamización forzada, con todos los excesos que conlleva, ha contribuido a aislar aún más al régimen. Para sobrevivir se ha visto obligado a aliarse con los Hermanos Musulmanes y sus simpatizantes, que representaban en el país una fuerza marginal. Es cierto que el presidente Numelri dispone del apoyo de todo el potente servicio de seguridad del Estado, pero este último parece, de más en más, indispuesto con los desbordamientos religiosos. El Ejército, severamente depurado, se mantiene en una prudente expectativa. Aunque no es un secreto para nadie que los oficiales superiores están profundamente divididos sobre la oportunidad de la islamización del país, aunque sólo sea porque agrava la división entre el Norte, musulmán, y el Sur, poblado de animistas y cristianos.

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Muchos son los que en Sudan estiman que el jefe del Estado, cuyo súbito misticismo explicaría el presente frenesí, debería dimitir. ¿Se preparan Estados Unidos y Egipto, excedidos por tanta incoherencia, a dejarlo? El hecho es que un clima de fin de reinado se instala en Jartum.

, 2 de junio

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