Seco y Verdú destacan el valor del lenguaje en el libro de Andrés Berlanga
El académico Manuel Seco y el periodista Vicente Verdú coincidieron ayer en la presentación de la novela La gaznápira en calificar esta última obra de Andrés Berlanga, publicada por Noguer, como un ejercicio plenamente literario, que se basa en el buen uso de un lenguaje "variado y rico". La novela, la primera que el autor publica después de doce años de silencio, fue presentada en los salones de la Biblioteca Nacional, en Madrid.Manuel Seco, director del Seminario de Lexicografía de la Real Academia y autor de varios libros sobre gramática y dudas del castellano, fue quien hizo más hincapié en el lenguaje de La gaznápira. Ese lenguaje, "variado y rico", consigue dos efectos en el lector, "uno es ir haciendo al lector, cada vez con mayor intensidad, sensible a la 'herida del tiempo'; el otro es despertar en él con creciente interés la codicia de encontrar la pieza que ha dejado sin rematar un cuadro, para encontrarla después, por sorpresa, a la vuelta de una página".
Seco piensa que Berlanga "profesa plenamente el principio humboldtiano de que una lengua es la expresión de una visión del mundo, y ha escrito su novela con la convicción de que recrear para el arte un pueblo con sus gentes exige llevar consigo la salvación artística de su habla. La particularidad de Berlanga es la incorporación, casi insensible para el lector, de ese lenguaje a todo el discurso narrativo".
"Placer indecible"
Seco ha apreciado como "un placer indecible", tanto para el entomólogo de las palabras como para el amante del idioma, "el reencuentro con la jugosa veta que Berlanga nos despliega, no en la vitrina del encuestador, sino en el contexto auténtico restaurado por la memoria de quien ha sido su morador y se niega a dejar de serlo".Verdú dijo que en La gaznápira "todo es literatura", y que la novela "desdeñará como extraños a todos aquellos que leen las novelas como guiones de telefilme, y ofrecerá, en cambio, a los degustadores de esta artesanía contemporánea que es escribir, el disfrute de su escritura". Indicó que el lenguaje del pueblo es un personaje total del libro, "un pueblo hecho habla, convertido en un ámbito singular, a partir del cual los seres vivos reciben no sólo la facultad de ser comprendidos, sino la misma condición de sentir o morir y ser reales. Parecen verdaderos porque hablan así y lo son únicamente en la medida en que están modulados por el lenguaje". Verdú destacó la reciedumbre interior del libro y se refirió a la emoción de ver en esta nueva novela de Berlanga como se convierte el tiempo perdido en un espacio perdurable.
Indicó que esa es "una emoción inteligente capaz de seleccionar la palabra una a una, su ruido, su matiz, su organismo diverso. Aceptar el reto peculiar y sustantivo de escribir no es sólo dar cuenta por escrito de un suceso sino cometerlo con la escritura. Frente a los varios usos instrumentales que se dan a esta artesanía de escribir, Andrés Berlanga rescata el valor primordial de este oficio. Y yo entiendo que a esto y sólo a esto se puede llamar, con convicción, literatura".
Babelia
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