El clásico Satyajit Ray decepciona con su película 'La casa y el mundo'
La casa y el mundo, del clásico Satyajit Ray, presentada en la última sesión del festival, decepcionó al igual que ocurriera, días antes, con Bajo el volcán, de Huston. Sin embargo, la película española Los santos inocentes, de Mario Camus, obtuvo ayer una mención especial del jurado ecuménico internacional. Por otra parte, los galardones de esta edición no se sabrán hasta esta noche por un acuerdo con el canal 2 de la televisión francesa, que ha comprado en exclusiva, la retransmisión de la ceremonia de clausura.
La decisión de no anticipar la lista de los premiados en Cannes, como era habitual en anteriores ediciones, ha roto con las especulaciones que luego, con un mínimo de error, se hacían realidad, a la hora de dar los nombres definitivos de los galardonados. El hecho de que el canal 2 de la televisión francesa haya comprado la exclusiva de la retransmisión de la clausura de esta 37º edición del Festival, ha obligado a sus organizadores a guardar un hermético silencio.Sólo unos pocos títulos parecen claramente acreedores a la Palma de Oro: París-Texas, de Wim Wenders, Los santos inocentes, de Mario Camus y Un domingo en el campo, de Bertrand Tavernier, seguidos de Viaje a Citaria, de Angelopoulos y Diario íntimo, de Marta Meszaros. Que el jurado establezca sus prioridades sobre esta lista no es, sin embargo, seguro.
Mención especial para Camus
La que si ya ha recibido un premio es Los santos inocentes, de Mario Camus. Se trata de una mención especial del jurado ecuménico internacional, que reúne a representantes católicos y protestantes, mientras que el primer premio fue a parar a Paris-Texas, de Wim Wenders, "por sus personajes y por su valor artístico que contribuye a dar una visión del hombre en la que la ternura, el poder de un amor desinteresado y la esperanza se abren a una dimensión espiritual". Sin embargo, aunque John Huston haya tratado superficialmente la novela Bajo el volcán, de Malcom Lowry, no parece descartado en alguno de los premios, ni que haya decepcionado el indio Satyajit Ray, admirado clásico al que Televisión Española dedicará próximamente un ciclo, tampoco es una razón para olvidarlo en esas especulaciones. Su película, La casa y el mundo, presentada el último día de la competición, cuenta la trayectoria de una pequeña burguesa comprometida sentimentalmente en la reivindicación popular que a principios de siglo pretendió el boicoteo de los importaciones británicas.En términos pausados conocidos que no permiten la emoción, Ray se remite a un lenguaje, que los más optimistas relacionan con Dreyer, que pesa más que fascina. Su viejo lirismo no se ha plasmado aquí por igual fuerza, quizás porque su reciente enfermedad le ha impedido ultimar el montaje.
Hay otros optimistas con cierto humor negro que incluso hablan de La pirata, de Jacques Doillon, la pedante y confusa película francesa de la competición, penúltima de las mostradas como cita obligada del jurado aunque sólo sea en premio a su principal actriz, Jane Birkin, podría ser un escándalo aunque no haya otras interpretaciones femeninas, exceptuando quizás la de Tamara Skhirladze en El día más largo que la noche, el filme soviético.
En cualquier caso, no parece probable que el Festival de Cannes se pueda volver a permitir el lujo de conceder su Palma de Oro, ni los restantes premios, a películas que luego no son atendidas masivamente por el público.
Los criterios del jurado
Imaginar el imprevisible criterio que puedan establecerse entre Dirk Bogarde, el presidente con Stanley Donen, Franco Cristaldi, Isabelle Huppert, Istwan Dosai, Ennio Morricone, Michel Deville, Arne Hestenes, Vadim Youssov y Jorge Semprún y, por otra parte, con las presiones di rectas o indirectas que inevitablemente sufran todos ellos es esta vez, más que arriesgado. A pocas horas de darse a conocer los diversos premios entre las loterías ideales, los cálculos de los más veteranos en estas lides producen cierto vértigo, tales son los considerandos que ponen sobre el tapete para dar una explicación lo más coherente a sus argumentos.Valga un ejemplo: el filme que esta noche clausurará el certamen, es una coproducción de Dino de Laurentis que adapta por quinta vez a la pantalla aquella rebelión a bordo de La Bounty que en 1788 presentó de nuevo el enfrentamiento entre dos conceptos de la vida: la de quienes, por obediencia, consideran que sólo se entiende la libertad en los conceptos heredados, frente a cuantos son capaces de aceptar el reto de lo desconocido. El director Roger Donaldson ha concebido esta vez al teniente Bligh no en el tono desabrido que Charles Laughton diera a la versión de 1935, sino como un hombre convencido de que sólo la ley da poder y, por lo tanto, sin el histerismo que le caracterizaba. Pero no por ello su película supera el tono de aventura de un buen filme dominguero, plausible en cuanto tal, pero ajeno a la temática de un festival. Sin embargo, hasta algunas especulaciones le tienen en cuenta. Tal es el desconcierto si no se atiende a la razón.
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