El fracaso del marqués de Villaverde
El 18 de septiembre de 1968, hace casi 16 años, el doctor Cristóbal Martínez Bordiú decidió emular al célebre doctor Christian Barnard y, acompañado de un equipo integrado por 21 médicos de la Ciudad Sanitaria de La Paz, trasplantó el corazón de Aurelia Isidro, irreversiblemente accidentada al caer de una moto, al tórax de Juan Alfonso Rodríguez Grillé, un gallego con residencia en Madrid que estaba ingresado con graves trastornos cardiacos.El parte médico posoperatorio fue optimista: "En la madrugada de hoy se ha efectuado en la Ciudad Sanitaria de la Seguridad Social de La Paz, por el Servicio de Cirugía Torácica que dirige el doctor Martínez Bordiú, un trasplante de corazón a un enfermo afectado de miocardiopatía hemosiderótica, con grave recuperación funcional. Ha finalizado a primera hora de la mañana la intervención quirúrgica, encontrándose el enfermo en buenas condiciones".
La operación, que duró alrededor de cuatro horas y costó más de 30 millones, fue un fracaso, pues el paciente apenas vivió unas horas. Sin embargo, los medios de comunicación de la época no reconocieron la improvisación del trasplante y se limitaron a decir que "no ha fallado la técnica, sino el metabolismo del enfermo". E incluso un importante diario catalán dedicó amplio espacio a explicar un tenebroso historial médico del paciente, como velada disculpa: "Hay que decir que el enfermo carecía de bazo, extirpado hacía 12 años; seis años más tarde, a consecuencia de una úlcera, sufrió resección de estómago y, en octubre de 1967, tuvo vómitos atribuidos a trastornos hepáticos. Los vómitos aumentaron, complicándose en taquicardia. Con 300 pulsaciones su salud era irreversible".
Rodríguez Grillé, de 41 años, murió 26 horas después de la operación del marqués de Villaverde.
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