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Reagan invita al régimen chino, en vísperas de su llegada a Pekín, a luchar contra "el expansionismo" de la URSS

El presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, invitó ayer a los dirigentes de la República Popular China a cooperar en la lucha contra "el expansionismo" de la Unión Soviética, y añadió que esta invitación resume "todo el significado" de su visita a Pekín, ciudad a la que Reagan llegará el jueves. Hasta ahora, el viaje oficial del líder norteamericano había sido presentado bajo un enfoque predominantemente económico.

La declaración fue hecha en la capital de Hawai, Honolulú, primera etapa del viaje presidencial, que prosigue hoy en la base norteamericana de la isla de Guam. Un funcionario de la Casa Blanca destacó que la oferta no implica ningún plan de formalizar una alianza militar con la China."Juntos", explicó el presidente, "podemos poner en marcha una empresa formidable orientada a contruir economías dinámicas y a conseguir un mundo más seguro, trabajando por la paz y oponiéndonos a la agresión expansionista".

La declaración de Reagan implica una nueva definición de los objetivos de un viaje, que hasta ahora había sido presentado bajo un aspecto fundamentalmente económico. Durante los últimos días, el presidente norteamericano se ha referido a la ocupación de Afganistán por las tropas soviéticas y al régimen prosoviético de Vietnam como ejemplos de preocupaciones comunes de Washington y Pekín en la zona.

China, que recibe ahora la tercera visita de un presidente norteamericano desde el histórico viaje de Richard Nixon, en 1972, ha intentado últimamente mejorar sus maltrechas relaciones con la URSS. Con ocasión de la reciente estancia en Washington del primer ministro chino, Zhao Ziyang, la agencia soviética Tass estimó que la Casa Blanca trata de "explotar el factor chino en beneficio de su estrategia global antisoviética".

Pekín rechaza la idea de un pacto militar con Washington y enfoca la visita desde un punto de vista esencialmente económico, bajo el que las barreras comerciales que EE UU opone a las exportaciones chinas constituyen una preocupación prioritaria.

China quiere comprar varios reactores nucleares de fabricación norteamericana. El acuerdo final encuentra problemas porque Pekín no ha firmado el Tratado de no Proliferación Nuclear y sus dirigentes se resisten a que Washington controle el destino del combustible nuclear.

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Otro punto de fricción son las ventas norteamericanas de armas a Taiwan, que China rechaza.

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