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No a las armas químicas

La decisión del presidente Reagan de llegar a prohibir el uso de armas químicas a nivel mundial ha sido bien recibida, especialmente a raíz de la utilización alevosa que Irak ha hecho del gas mostaza, y probablemente del gas nervioso, contra Irán. Pero si no se toman otras medidas es probable que la iniciativa fracase o que no mejore la neta supremacía de la Administración Reagan en materia de control de armamentos. (...)En Ginebra se han sostenido largas negociaciones con la Unión Soviética, tanto a nivel privado, como multinacional. A lo largo de 10 años se ha debatido intensamente la verificación. Hasta hace poco la URSS se negó a cualquier tipo de inspección, con el argumento de que cual quier país debía declarar las armas químicas que posee, destruirlas y dejar que los satélites confimaran su destrucción. EE UU y otros paí ses insisten en que es fundamental una inspección in situ.

Mientras tanto, la Casa Blanca ha presionado con firmeza al Congreso para que aprobara un programa en materia de armas químicas, con el argumento de que era necesario como instrumento de negociación. Sin embargo, el Congreso se ha negado sistemáticamente a aprobar la producción de armas binarias.

La posición soviética es un obstáculo importante para el progreso de las negociaciones, pero la Administracíón Reagan ha alentado la intransigencia soviética. Las negociaciones privadas con los soviéticos se interrumpieron con el fin de persuadirles para que negociaran más regularmente en foros públicos. Quizá esta técnica hubiera tenido éxito, pero la Administración Reagan se ha negado a reanudar las conversaciones. (...)

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La reanudación de negociaciones privadas sería un modo de continuar esta actitud soviética de cambio, que resulta interesante aunque sea insuficiente. El abandono a mitad de camino del programa de armas binarias no conllevaría un riesgo militar y acentuaría el rechazo norteamericano a las armas químicas. Éstas pueden tener consecuencias dramáticas en conflictos donde las víctimas están mal preparadas, pero carecen de importancia militar entre superpotencias. Si Estados Unidos y la Unión Soviética no pueden llegar a un acuerdo sobre este tema, no cabe duda de que las perspectivas para un tratado más formal son lúgubres.

10 de abril

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