A la sombra de Brecht
Fassbinder dejó poca huella en el teatro alemán en el que arrancó -y, según él, aprendió- antes de llegar al cine. Si no hubiera alcanzado el renombre que tiene en el cine cultural, probablemente su teatro se hubiera quedado en la sombra de los epígonos de Brecht.Libertad en Bremen es una obra del autor a los 25 años (Anti-teatro de Bremen, 1971), y se basa en un hecho real de 1831: una mujer envenena sucesivamente a su marido, a su madre, a sus hijos, a su amante, a su padre, a sus hermanos y probablemente a alguna persona más que no recuerdo porque se oponen a su libertad personal, tratan de aconsejarla, ocuparse de sus propios negocios, manipularla. Una excepción: la hermana, asesinada para evitarle la opresión que le espera, dada su condición de mujer. Ella misma al final se suicida, una vez descubierta.
Libertad en Bremen,
de R. Werner Fassbinder (1971), adaptación francesa de Philippe Ivernel. Intérpretes: Bouzid Allam, Pierre Bolo, Christian Bonnaud, Daniel Briquet, François Chattot, Michel Froehly, Suzy Rambaud, Luc Skillenger, Sophie Talabotm, Michel Untereiner, Hélène Vincent. Escenografía: Serge Marzolff. Dirección: Jean-Louis Hourdín.Estreno: Centro Cultural de la Villa de Madrid, dentro del IV Festival Internacional de Teatro. Madrid, 6 de abril.
Se trata, visiblemente, de una obra feminista, y las moralejas que a la manera brechtiana va emitiendo la envenenadora, con una voz clara y distinta -como si en un texto determinadas frases se subrayaran en negritas-, van en ese sentido. Es brechtiana en la frialdad de la representación, en la automatización de los movimientos de los actores, en las canciones y en los breves bailes de acompañamiento.
El lenguaje es deliberadamente funcional, coloquial, para hacer contrastar ese naturalismo con un evidente misterio de la acción y del comportamiento humano. Menos didáctico, menos literario que Brecht: más esquemático, más reductor, Fassbinder va directo a suscitar la tesis desde el primer momento, y endilga fríamente al espectador los crímenes uno después de otro durante los 95 minutos de la obra.
Situación única
A pesar de tanto suceso, el sistema produce la monotonía, la sensación de situación única. Como desconozco la obra original y la forma en que fue representada, ignoro lo que corresponde a Fassbinder y lo que es propio del director Jean-Louis Hourdin.En su compañía se advierte algo que parece un problema general del teatro europeo: una mayor atención a la preparación física de los actores, a los movimientos mecánicos, la danza o la ocupación del escenario, que a la voz, la dicción, la expresión hablada. Puede ser, también, una manera especialmente ensayada para esta obra.
La dirección es limpia; los actores están siempre seguros; los músicos no desafinan; el decorado es sugerente y sencillo. Se desprende, sobre todo, la sensación de trabajo, de laboriosidad de todos.
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