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Momentos de crisis en los movimientos pacifistas europeosITALIA

'Insensibilidad' en la izquierda parlamentaria y apatía en la calle

Juan Arias

Más del 70% de los italianos es contrario a la instalación de los nuevos misiles norteamericanos en Comiso, según indican los últimos sondeos. Sin embargo, el movimiento pacifista no se ha levantado aquí en pie de guerra, a pesar de que suman ya 16 los artefactos de este tipo desplegados sobre suelo siciliano. De esta apatía increíble se ha lamentado días atrás, en un editorial del periódico Reppublica, el politólogo Gianni Baget Bozzo, quien acusa a la izquierda de insensibilidad.También el millón de trabajadores, en su mayoría comunistas, que el pasado 24 de marzo se manifestaron en Roma para protestar contra la política económica del Gobierno, olvidaron casi por completo el problema de los euromisiles, si se exceptúan algunas pancartas y dibujos que portaban los niños y mujeres presentes.

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¿A qué se debe esta apatía? Para comprenderlo hay que recordar la fuerte politización de este país. Aquí son los partidos políticos o los sindicatos quienes sacan a la gente a la calle. Ahora bien, los cinco partidos del Gobierno: democristianos, socialistas, socialdemócratas, republicanos y liberales, lógicamente, están a favor de los misiles. Y los comunistas no pueden adueñarse del movimiento pacifista porque enseguida se les acusa de instrumentalizarlo políticamente.

Los comunistas se han limitado a pedir al Gobierno que haga un referéndum popular, no para devolverles los misiles a los americanos, cosa imposible una vez aprobados por el Parlamento, sino para conocer la envergadura real del pacifismo en este país. Los radicales, que fueron los grandes paladines de la oposicion a los euromisiles, viven un momento particular. El partido se ha escindido en dos, y el equipo del líder carismático, Marco Pannella, está completamente volcado, en este momento, sobre el problema del hambre en el mundo.

A los sindicatos, la llegada de los euromisiles les ha cogido en la mayor crisis interna de su historia, y en Comiso, sede permanente de un pequeño grupo de pacifistas, tampoco cuaja la protesta, porque el alcalde de la pequeña ciudad atómica es socialista y, por disciplina de partido, tiene que defender la fidelidad a la Alianza Atlántica.

Se podría decir que los italianos han aceptado la invasión de los misiles con resignación fatalista, y quizá con la esperanza de que todavía se pueda llegar a un acuerdo para que nunca sea necesario dispararlos.

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