Pocas protestas en el primer país que recibió las nuevas armas nucleares
El movimiento pacifista británico gira en torno a la Campaña pro Desarme Nuclear (CND), fundada hace 25 años por un grupo de personalidades independientes contrarias a la creación de una fuerza nuclear británica. Sus acciones de protesta, como las famosas marchas de Alderston, fueron languideciendo en los años sesenta y setenta para volver a surgir con fuerza tras la decisión de la Alianza Atlántica de instalar en suelo europeo el nuevo armamento nuclear, los llamados euromisiles.Desde entonces, y bajo la dirección de un sacerdote católico, monseñor Bruce Kent, ha vuelto a adquirir un gran empuje. En octubre del año pasado, el CND fue capaz de concentrar a cerca de 400.000 personas en Hyde Park, Londres. Sin embargo, los sondeos demuestran que los británicos, si bien son reacios al nuevo armamento, no están de acuerdo con la tesis del desarme nuclear unilateral.
Además de la Campaña pro Desarme Nuclear, bien organizada y activa, el Reino Unido cuenta con otro movimiento pacifista único en el mundo por sus especiales características: las mujeres de Greenham Common.
A principios de 1982, un grupo de mujeres se instaló en las proximidades de la base de Greenham. Estas mujeres, que no son sólo un grupo pacifista, sino también feminista, han conseguido, pese a que no cuentan con una organización estable, con locales o con líderes, una amplia popularidad en el Reino Unido y en todo el mundo.
A principios de este año, una solvente asociación noruega las propuso como candidatas al premio Nobel de la Paz, aunque prácticamente nadie cree en el Reino Unido que vayan a obtener el galardón.
Los pacifistas británicos se encuentran en un momento crítico: el Reino Unido ha sido uno de los primeros países europeos (junto con Italia) en recibir los euromisiles, sin que el CND o las mujeres de Greenham Common pudieran impedirlo. La opinión pública, sometida a una intensísima campaña propagandística por parte del Ministerio de Defensa y de todos los organismos oficiales, da menos señales de alarma o desasosiego, y los movimientos pacifistas corren el riesgo de sufrir un nuevo aletargamiento. Los dirigentes del CND son conscientes de ello.
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