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Tribuna
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Noche de participación

Vestido de oscuro y con un micrófono pinzado al jersei, Dario Fo creó anteanoche en la Sala Olimpia, en la inauguración del Festival Internacional de Teatro de Madrid, un auténtico espectáculo de participación: el público que acudió a ver Historia de la tigresa y otras historias -que se representará en la mencionada sala hasta el día 25, inclusivese encontró con una fuerza ciclópea que convierte en teatro todo lo que toca, todo lo que se mueve en torno a él.Quizá la situación más divertida-participativa se produjo en el momento en que, a poco de iniciarse la segunda parte -cuando Fo estaba empezando a enrollarse con las aficiones papales-, un castizo acomodador se acercó al escenario con paso parsimonioso y le espetó al actor: "Que la puerta de la calle ya está abierta, pero el humo sigue viniendo hacia aquí". "Pues, por favor, empújenlo hacia fuera", replicó Fo, que pocos minutos antes había pedido un poco de ventilación en la sala.

"Esto es participación, ¿verdad?", siguió Fo. "Seguro que si llegamos a estar representando una obra seria, con decorados y vestidos como está mandado, este buen hombre no me habría dicho nada".

Ya desde el principio sentó el famoso hombre de teatro las que iban a ser las bases de la reunión: "Me siento como ante un pelotón de fusilamiento", espetó a los fotógrafos que literalmente le acribíllaban. Y al público: "Soltaos, dejaos ir, que estamos aquí para divertirnos". La representación, que tuvo subtítulos en español proyectados en una pantalla situada a la espalda de Fo, se vio frecuentemente interrumpida por intervenciones completamente distanciadoras del actor, que de improviso pedía que bajaran el volumen de la sonoridad o se detenía y se daba la vuelta para asegurarse de que el texto apareciera al mismo tiempo que la acción.

Desde el escenario, Dario Fo pudo ver una sala -en la que permaneció un rato previamente al espectáculo, mezclado con el público- rebosante, sobre todo de gente joven, de actores y profesionales del teatro que acudían sabiendo de antemano lo que les esperaba: no en vano la mayoría habían visto su Misterio bufo, representada hace un año en el Español. Una ojeada a la concurrencia le bastó para captarle el tempo y metérsela en el bolsillo.

"Veo a algunos", dijo el actor Dario Fo, "que, como se hacen un lío con la izquierda y la derecha, tienen un problema de manos, y la una no deja aplaudir a la otra". Y volvió a reírse con ganas, exhibiendo unos dientecillos de castor que a veces, sólo a veces, pueden destilar cierto veneno.

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