La diplomacia española está entre dos fuegos
Varias veces durante su primer viaje por Oriente Próximo -que finalizó el pasado jueves-, el presidente del, Gobierno español declaró su reconocimiento de la OLP como legítinio representante del pueblo palestino. Con esta previa declaración de principios, González se entrevistó con Yaser Arafat, exponiéndole la misma tesis que ya había repetido ante las autoridades de Riad y Amman: entre el plan de Fez y el plan Reagan no hay tantas diferencias y es posible llegar a un acuierdo intermedio.Según el Gobierno español, todo es cuestión de matices: mientras el primero de los planes habla del establecimiento de un Estado independíente en los territorios ocupados, el segundo se limita a una autonornía. No parece, en principio, que González lograra convencer a sus interlocutores, pero, en cualquier caso, todos ellos recalcaron que el pasado histórico de España le facilita la comprensión de los puntos de vista de los países arabes y le da la posibilidad de explicarlos en Occidente. Significativamente, en su encuentro con González Arafat sacó a relucir el papel que España ha jugado respecto a Centroamérica.
El anunclado -aunque, aún sin fecha- intercambio de embajadores entre España e Israel podría ensombrecer las relaciones hispano-palestinas. Fuentes diplomáticas españolas estiman que, en un principio, este establecimiento de relaciones podría ser esgrimido contra Arafat por sectores radicales palestinos. Sin embargo, un alto funcionario del Gobierno español manifestaba recientemente en privado que la OLP se ha resignado ya a la idea de la formalización de relaciones entre Madrid y Tel Aviv.
"Los palestinos saben ya que sus relaciones con Madrid han alcanzado techo y que sólo podrían intensificarse aún más obteniendo, por ejemplo, el rango de Embajada para la oficina que la OLP mantiene desde hace años en España, lo que podría ocurrir después de que se abra la primera Embajada de Israel en Madrid", decía esta fuente.
El argumento utilizado por España de que sólo el establecimiento de relaciones con el Estado judío ayudaría a hacer eficaces las gestiones que Madrid pueda hacer para buscar una solución pacífica para el problema de Oriente Próximo han sido contestadas por los árabes. Esta misma semana, el ministro de Asuntos Exteriores saudí, Saud Al Faisal, replicaba indirectamente al afirmar que la agresión israelí contra Líbano, que se produjo después del intercambio de embajadores con Egipto y cuando aún estaba en pie el espíritu de Camp David, es una demostración de la "inutilidad" de entablar un diálogo diplomático con Israel. Sin embargo, en medios diplomáticos españoles se sugiere que estas declaraciones árabes son hechas de cara a la galería y con el propósito de no levantar suspicacias entre sus aliados, que podían llegar a pensar que tanto Arabia Saudí como Jordania habían dado luz verde en secreto al proyecto español de establecer relaciones con Israel.
La OLP -por razones similares, a las que habría que añadir, además, su temor a excitar a sus sectores más radicales- mantiene también esta tesis. Sin embargo, medios gubernamentales españoles han manifestado en privado que no serían precisamente los palestinos de la OLP los árabes que se mostrarían menos comprensivos con el establecimiento de relaciones de España con Israel.
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