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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

España, cliente de Washington

DESDE 1953, año en que se firmó el primer Convenio de Amistad y Cooperación Hispano-Norteamericano, las compras de armamento estadounidense para los ejércitos españoles han ido incrementándose anualmente de forma notable hasta que, el año pasado, España se situó como primer cliente occidental de EE UU en el mercado armamentista. Lo que en los primeros años supuso la llegada a España de superados buques de guerra y carros de combate -en su mayoría procedentes de la segunda guerra mundial y de la guerra de Corea- se ha transformado en el último año en contratos que han alcanzado los 3.283 millones de dólares (más de 500.000 millones de pesetas). El más importante de estos contratos fue el del FACA (Futuro Avión de Combate y Ataque), por el que el Ejército del Aire tendrá 72 aviones F18A construidos por McDonnell Douglas y valorados en 300.000 millones de pesetas.En los propios cuarteles generales de los ejércitos se reconoce que el hábito adquirido en las relaciones con fabricantes y militares estadounidenses inclinó en muchas ocasiones la balanza, incluso a priori, hacia opciones norteamericanas. El elevado nivel tecnológico de las armas fabricadas por la primera potencia mundial influye considerablemente a la hora de elegir un determinado sistema de armas. Los condicionamientos políticos del régimen anterior ayudaron además a convertir a EE UU en el principal suministrador de armas para los ejércitos españoles.

Desde el punto de vista económico, las facilidades dadas por EE UU para adquirir su material y la ayuda anual que concede a España para ser destinada a ese fin -en los últimos años ronda los 400 millones de dólares- han originado que la industria española de armamento se haya dedicado a la fabricación de armas ligeras (fusiles, munición, pistolas o morteros), vehículos de transporte (todo-terrenos, vehículos blindados), buques medios (corbetas y patrulleras) y carros de combate con patente francesa. El sector se vio desbordado para acometer proyectos de elevada tecnología. Desde 1953, EE UU no ha suscrito ningún contrato de importancia para adquirir armas españolas, a pesar de que en el Convenio de Amistad, y concretamente en el Complementario dedicado a la Cooperación Industrial para la Defensa, se dice que "ambos países adoptarán medidas inmediatas para conseguir y mantener un equilibrio equitativo en sus intercambios, teniendo en cuenta el valor de los contratos y los niveles tecnológicos". A Washington se le ha presentado recientemente la primera posibilidad importante, por su volumen económico de adquirir armamento español. Se trata del programa EDSA (European Distribution System Aircraft, sistema aéreo de distribución en Europa) para las Fuerzas Aéreas de EE UU (USAF) estacionadas en nuestro continente, que cuenta con un presupuesto inicial de 80 millones de dólares (unos 12.800 millones de pesetas). En ese programa, esta blecido para comprar aviones de transporte aptos para la distribución de piezas de recambio por las bases europeas, compiten el Aviocar español y el Sherpa británico. Ambos aviones cumplen los requisitos exigidos por las USAF, si bien el aparato español, del que ya se han vendido más de 300 unidades por los cinco continentes, es un avión más experimentado que su competidor, del que sólo existen modelos comerciales y dos prototipos para transporte. Las declaraciones del subsecretario de Defensa, Eduardo Serra, a su regreso de EE UU el pasado lunes, han arrojado un evidente pesimismo sobre el resultado del EDSA, cuya decisión ya lleva un retraso de más de dos semanas. "He tratado de hacer ver a los norteamericanos las ventajas políticas y económicas que tendría la adquisición de nuestro aparato. Una decisión negativa sobre el Aviocar seguro que repercutiría negativamente ante los ojos del Gobierno español", dijo Eduardo Serra, quien añadió: "O tenemos una presencia absolutamente real como suministradores de los ejércitos norteamericanos, o nos veremos obligados a disminuir drásticamente nuestras compras allí, porque no puede haber tanto desequilibrio".

Este ambiente de pesimismo coincide con el retraso en la materialización del programa de compensaciones por el FACA, valoradas en 300.000 millones de pesetas. Transcurridos ocho meses desde la firma del contrato, sólo se ha plasmado un acuerdo de compensación valorado en unos 5.000 millones de pesetas. En medios oficiosos españoles, se llega a interpretar esta actitud por parte de EE UU como una toma de conciencia de que está a punto de concluir el período de masivas ventas de armamento a España. De hecho, en el propio Ministerio de Defensa se afirma que la firma del FACA ha supuesto "la última gran compra de armas a EE UU". Tanto Narcís Serra como sus dos predecesores han insistido en varias ocasiones en que, de -un lado, ya no se producirán compras directas de sistemas de armas a países suministradores, sino que España exigirá fuertes compensaciones, entre las que se incluirán la participación de la industria española en la fabricación y desarrollo de los respectivos sistemas. De otra parte, los tres ministros de Defensa de la democracia española también han mostrado una clara inclinación por participar en proyectos europeos, en un momento en que todos los países de Europa se esfuerzan por evitar la hegemonía, y en algunos casos exclusividad de los fabricantes estadounidenses. El próximo contrato de importancia -33.000 millones de pesetas para misiles antiaéreos- está prácticamente decantado en favor del sistema franco-germano Roland, competidor del Chaparral estadounidense. La adquisición de la tecnología para el futuro carro de combate español -con un presupuesto de unos 120.000 millones de pesetas- también parece inclinarse en favor de la República Federal de Alemania. Otro programa para la adquisición de helicópteros -en el que compiten americanos y franceses- cuenta ya con clara ventaja del aparato francés. España, además, participa ya en los proyectos del futuro avión de combate europeo (el A-CA, Agile Combat Aircraft) y de la fragata europea. Pero, pese a es tos datos, los hechos demuestran que España es un buen cliente de Washington y que el trato reciproco que recibe no es el adecuado.

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