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La leyenda del líder guerrillero colombiano Bateman se desvanece al aparecer su cadáver

Las varias leyendas tejidas en Colombia acerca de la desaparición de Jaime Bateman, fundador y máximo líder del M-19, se desvanecen tras el hallazgo de su cadáver en la comarca panameña de San Blas. Los indios cunas, que habitan un rosario de islas y una estrecha franja del litoral atlántico, han localizado en las estribaciones del monte Kitankuntiki la avioneta que el 28 de abril de 1983 salió de Santa Marta (Colombia) con un plan de vuelo que debía conducirla al aeropuerto panameño de Paitilla, adonde nunca llegó.

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Un hombre de parranda, tímido y triste

En el interior del monomotor Piper PA-28, con matrícula colombiana HK2139P, se han encontrado los restos de tres hombres y una mujer. Uno de los documentos pertenece a Antonio Escobar, diputado colombiano que pilotaba el aparato. Los otros tres están extendidos a nombre de José Artunduaga, Ricardo José Alarcón y Mercedes Estupiñán, que, con toda seguridad, ocultan la identidad de Jaime Bateman, Conrado Marín y Nelly Vivas, todos ellos miembros del M-19.Todos los datos disponibles (matrícula y modelo del avión; presencia de cuatro pasajeros, a pesar de que el piloto había salido solo del aeropuerto de Santa Marta) confirman la detallada investigación periodística realizada en torno a este asunto por el escritor Gabriel García Márquez y publicada en EL PAÍS SEMANAL del pasado 30 de octubre.

En una conversación telefónica sostenida ayer con el premio Nobel de Literatura, éste apuntó que al realizar su reportaje trazó también un plano de la zona en que pudo estrellarse el avión que corresponde exactamente al lugar en que ha sido localizado.

Para reconstruir los últimos días de Jaime Bateman y las razones que le impulsaron a efectuar este vije imprevisto a Panamá hay que remitirse necesariamente a este relato que en su día algunos pensaron excesivamente novelesco. El líder del M-19 llevaba varios meses empeñado en entrevistarse con el presidente Belisario Betancur para acordar una tregua de la actividad guerrillera.

Se había frustrado primero la posibilidad que ofrecía Nueva Delhi con ocasión de la cumbre de los países no alineados. El 3 de abril, Bateman había esperado con impaciencia en Panamá un aviso que hiciera posible esta entrevista durante una escala que hizo Betancur en ese país en un viaje para reactivar el grupo de Contadora.

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Diálogo hacia la paz

La llamada no se produjo, y Jaime Bateman escribió en esa ocasión una carta dirigida al presidente colombiano que entregó a su colega panameño, Ricardo de la Espriella. Éste la leería por teléfono a Betancur unos días más tarde. En la misiva, el líder del M-19 reiteraba la necesidad de acordar un alto el fuego para iniciar un auténtico diálogo hacia la paz.Después de esta ocasión frustrada, el dirigente guerrillero viajó en esa segunda quincena de abril a su pueblo natal, Santa Marta, donde, aparte de festejar su 40º cumpleaños, se reuniría con el comando superior del M-19. Su proyecto inmediato era atravesar el país de Norte a Sur por tierra para encontrarse en las junglas del Caqueta con el número dos, Iván Marino Ospina.

En esas circunstancias, cuando se disponía ya a salir por carretera, le llegó un aviso de Panamá según el cual era esperado en esa ciudad un emisario personal de Betancur que deseaba entrevistarse con él. Esto le hizo variar sus planes. Llamó a su amigo Antonio Escobar, que tenía su propia avioneta y que había realizado ya unas 800 horas de vuelo, para que le trasladara a la capital panameña.

Búsqueda de dos meses

La avioneta Piper PA-28 del diputado colombiano salió de Santa Marta a las 7.45 horas del 28 de abril con el piloto como único ocupante. Poco después aterrizaría en una antigua pista comercial cerca de Siénaga, donde subieron Bateman y sus dos acompañantes.En varias ocasiones la avioneta estableció contacto por radio con la torre de control de Panamá. Por dos veces el mal tiempo le obligó a cambiar de altitud. Desde el momento en que le ordenaron subir a 10.500 pies, donde había buen tiempo, y permanecer a la espera de nuevas instrucciones para corregir la ruta se perdió su pista.

Antes de anunciar su muerte, el M-19 buscó por dos meses en las junglas del sur de Panamá con ayuda de varios aviones, sin obtener resultado. La ausencia de cadáveres alimentó las más variadas leyendas. En todas ellas Bateman seguía vivo, como vive aún hoy en México el general Emiliano Zapata, según algunos de sus seguidores. Se llegó a publicar que Bateman había huido con 10 millones de dólares de la organización.

García Márquez entiende que es positivo el que se haya encontrado su cuerpo, ya que, de otra forma, su figura hubiera entrado en un peligroso terreno de irrealidad, irrealidad que mantenía en permanente estado de alerta a los servicios de seguridad y que incluso a los nuevos dirigentes del M-19 les dejaba en una situación vicarial, ya que muchos de los militantes esperaban aún el retorno del máximo líder.

El escritor describe al desaparecido guerrillero como un hombre de gran imaginación y espíritu creativo, con un enorme sentido de la publicidad, que sabía aprovechar los medios de comunicación a favor del M-19.

Eso ha desaparecido en gran parte con él. Iván Marino Ospina y Álvaro Fayad, que consiguieron, finalmente, entrevistarse con Betancur en Madrid, aunque con resultados nulos hasta ahora, son hombres de otro talante personal. Es posible que golpes publicitarios de efecto mundial, como el secuestro de una veintena de diplomáticos en la Embajada dominicana de Bogotá, no vuelvan a repetirse nunca.

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