Día memorable para la paz de España
Hace unas pocas horas, cuando me disponía a salir para un examen, una llamada telefónica de Madrid me dio una de las grandes alegrías de mi vida: el ministro del Interior, señor Barrionuevo, me comunicaba que se había hallado en Madrid un archivo de Azaña e inmediatamente supuse que se trataba del archivo que yo empecé a buscar hace más de 20 años. Fue entonces, en 1960, en México, cuando José Virgili, el director de la editorial que me confió la preparación de las obras completas del presidente Azaña, me entregó un breve resumen de un inventario del archivo que Azaña había dejado en su casa en la costa atlántica francesa junto a Arcachon, al escapar hacia Montauban, cuando las tropas alemanas ocuparon dicha costa en 1940. La familia de Azaña indicó que el archivo se encontraba en depósito en un anticuario de Arcachon, pero no había rastro del archivo ni del anticuario. Y hace dos años, un buen amigo, el historiador hispanista, Jean Becarud, el actual director de la biblioteca del Senado francés, se trasladó a Arcachon y averiguó que los alemanes que habían detenido a Cipriano Rivas se habían llevado también las cajas del archivo. Pensé entonces que estarían esas cajas en Alemania, pero un buen conocedor de los archivos alemanes, Ángel Viñas, me aseguró que no recordaba ninguna referencia a Azaña en Alemania. Evidentemente, las cajas fueron entregadas a la policía española, como se ha averiguado ahora. Y así, el archivo que parecía perdido para siempre reaparece y permite completar el conocimiento de la extraordinaria personalidad literaria y política de Azaña.En la breve lista del inventario se indicaba que había seis cajas con novelas cortas, cuentos, comedias, discursos y conferencias. Y ahí seguramente se encontrará gran parte de la literatura inédita escrita por Azaña, sobre todo antes de 1920. Es muy probable también que ahí estén algunos escritos políticos posteriores a 1920, como el folleto del cual sólo pude encontrar un fragmento: Apelación a la República. Y seguramente también habrá notas de lecturas que mostrarán la gran cultura literaria de Azaña. En mi lista había también referencia de otras cajas con paquetes; de recortes de Prensa del diario oficial y muchas de otros documentos diversos. Pero no parecían tan importantes como las seis primeras cajas que contenían los textos literarios, puesto que los documentos y los recortes de Prensa podían hallarse en otros lugares. La parte más importante del archivo es, sin duda, la de los papeles más personales. Pensaba con tristeza, antes de descubrirse este archivo, que en Azaña se confirmaba una vez más cómo la pérdida de los papeles que ofrecen las claves de una vida impide reconstruirla. Aunque no, en su caso, por propia culpa o desidia, sino por la violencia de la historia.
Esta violencia, que todavía persiste en cierta forma, puesto que no se han podido encontrar los cuadernos del diario de Azaña robados en Ginebra durante la guerra civil. Un actual ministro, Enrique Barón, inició una investigación con una interpelación parlamentaria en las anteriores Cortes, preguntando al Gobierno de entonces dónde estaban los papeles de Azaña que tenía en su poder el general Franco. Son los cuadernos que utilizó Joaquín Arrarás en su infame libro llamado Memorias íntimas de Azaña. Esas 1.000 páginas aún perdidas deberían hallarse y depositarse en el Archivo Histórico Nacional. Y este recién hallado archivo debería también depositarse en el Archivo Histórico Nacional. Porque en años recientes algunos historiadores (con cargos gubernamentales) se han aprovechado personalmente de archivos hallados o regresados a España como si fuera un coto cerrado que utilizaban ellos exclusivamente. Esto debe terminar porque es contrario a las normas de investigación. propias de los países verdaderamente libres.
Espero poder trasladarme pronto a Madrid para sentir la emoción de ver esos textos de Azaña que tantos años busqué y que temía perdidos para siempre. Hoy es un día memorable para la historia de España, y, sobre todo, para la paz de España.
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