Vaivenes dramáticos
Era lógico que el cine se interesara por la obra teatral Las bicicletas son para el verano, de Fernando Fernán-Gómez, que la pasada temporada constituyó uno de los más importantes éxitos de la cartelera madrileña. Su claridad dramática, su respeto por los personajes, su estructura en secuencias, su emotividad, su lucidez, la convertían en un guión claro para la pantalla. Fernán-Gómez narraba la vida cotidiana de una familia de clase media en el Madrid de la guerra civil.Bajo una fórmula de comedia de costumbres, se presentaban las contradictorias reacciones de los personajes, de sus miedos y costumbres, de sus pequeños sueños y su contenida indignación. Nada trascendente en sus vidas, pero toda una realidad aflorando en lo cotidiano.
Las bicicletas son para el verano
Director: Jaime Chávarri. Guión: Salvador Maldonado, según la obra teatral de Fernando Fernán-Gómez. Fotografía: Miguel A. Trujillo. Música: Francisco Guerrero. Intérpretes: Agustín González, Victoria Abril, Amparo Soler Leal, Marisa Paredes, Carlos Tristancho, Alicia Hermida, Patricia Adriani, Gabino Diego. Española, 1983. Comedia dramática. Locales de estreno: Capitol, Luchana, Caríton, Candilejas, Europa.
La guionista Salvador Maldonado ha optado por resumir aquellas tres horas originales en algo menos de dos, y por trasladar al exterior algunos de los momentos que se desarollaban en el ámbito del comedor familiar. Es una adaptación ingenua, que no prescinde de los momentos brillantes de la obra, pero sin calar realmente en su sentido: la sinceridad de esta escritora en su novela Mamita mía, tirabuzones ha dado aquí paso a una ilustración sin nervio. O quizá sea el tratamiento cinematográfico del director, que ha pasado por el texto sin compromiso, con distancia, aburguesando el sainete, incluso ambientando sus imágenes con anacronismos o con elementos impropios para la clase social que quiere reflejar: la pantalla no traduce aquella nostalgia agridulce. Sin duda, los autores cinematográficos tienen derecho a realizar su propia obra, pero la tan directa referencia al teatro obliga a una mínima comparación.
Existen momentos aislados que transmiten su emoción. Guionista, director e intérpretes no parecen haber encontrado la espina dorsal del filme, pero su profesionalidad les ha inspirado eventualmente: frente a una secuencia tan confusa como la del anarquista que regresa del frente, aparece la contención de las escenas familiares en el comedor o en el refugio, la ternura de sus debilidades, la impotencia por controlar un mundo que se les pone cabeza abajo y ante el que no les queda más que la obediencia, el hambre y la tristeza.
En vaivenes se trasluce la amargura y el humor del texto en el que existe una visión sorprendente de aquel momento de nuestra historia. Aún permanece, con dolor, en el recuerdo de tantos españoles.
Babelia
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