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Tribuna:TRIBUNA LIBRE / LA CRISIS INTERNACIONAL / 1
Tribuna
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El hambre como causa de la guerra

Emilio Menéndez del Valle

Doce millones de niños menores de cinco años mueren anualmente de hambre en el mundo y unos 30 millones de adultos fallecen, además, por hambre y desnutrición en el mismo período de tiempo. Para el autor de este trabajo -primero de una serie de dos-, el llamado orden económico internacional es directamente el caos y la crisis, y conduce inexorablemente a la guerra.

Con frecuencia se habla de la carrera de armamentos como de la gran amenaza, hasta parecer la única posible amenaza. ¿Qué hay, sin embargo, de las otras causas de guerra, menos espectaculares en apariencia, más larvadas a los ojos de las sociedades industrializadas, que también pueden conducir a largo o a medio plazo a la guerra? Una de las más Importantes, por no decir la más grave, es el hambre y el subdesarrollo existentes en la mayor parte de nuestro planeta.Y cuando escribo hambre no lo hago literalmente. Según los estudios de la ONU, más de la mitad de los habitantes de la tierra ingiere diariamente menos alimentos de los indispensables para una dieta mínimamente aceptable y, lo que es más dramático, en las regiones del hambre el número de habitantes crece más que la producción de alimentos y otros bienes de consumo. Si todavía se quiere más contundencia, esos mismos estudios prueban que unos 12 millones de niños menores de cinco años mueren de hambre cada año. Y unos 30 millones de adultos mueren por hambre y desnutrición. En resumen, y ya es decir, el hambre produce más muertos que la guerra.

Nos debatimos en un mundo amenazado por la degradación creciente del medio ambiental, que trata de modo marginal a millones de personas, desplazadas de sus hogares de origen (refugiados) por razones de persecución política, religiosa o racial, y que ha institucionalizado el desorden en la economía. El cruel y sarcásticamente denominado orden económico internacional impide que la mayoría de los satíricamente llamados países en desarrollo (eufemismo para países económicamente subdesarrollados) pueda transformar en productos manufacturados sus materias primas, lo que les facilitaría el incremento del empleo, del ingreso nacional y la aceleración del desarrollo en su conjunto.¿Qué armonía, qué esperanza de verdadero orden económico internacional se deriva de los datos proporcionados por el Informe Brandt Norte-Sur de 1980? Según el mismo, el consumo de energía de un habitante de EE UU es equivalenite al de 2 alemanes, 3 suizos o japoneses, 6 yugoslavos, 9 mexicanos o cubanos, 19 malayos, 53 hindúes o indonesios, 109 srilankeses, 438 malienses o 1.072 nepalíes. ¿Dónde está el orden?

Cuando se reprocha a algunos dirigentes occidentales, especialmente a la Administración Reagan (que con su política de elevadas tasas de interés contribuye especialmente al trastocamiento de la economía mundial) su egoísta, insolidaria y excluyente preocupación por su propia economía, suelen contestar éstos que la paulatina pero constante recuperación económica acabará contagiando beneficiosamente a las economías subdesarrolladas.

Reformas estructurales

No opina así la UNCTAD. A menos que se consumen de una vez las necesarias reformas estructurales, el Tercer Mundo continuará sufriendo un descenso importante en la venta de sus productos básicos, la demanda mundial seguirá sin crecer y el comercio internacional disminuirá, el proteccionismo se institucionalizará y la ayuda internacional al desarrollo se retraerá.

A mi juicio la crisis actual es la más ¡iriportante y grave de todas las que hasta el momento se han padecido, por tres razones princípales: una, porque por primera vez afecta simultáneamente a los países industrializados y a los en vías de desarrollo; dos, porque está lesíonado, sobre todo en el Tercer Mundo, conjuntamente el sistema económico y el sistema social; tres, porque por primera vez, de forma masiva, los pueblos del Tercer Mundo están tomando conciencia de lo que les está pasando y de quiénes son los responsables.

Ahora se les dice que la economía occidental no funciona. Que hay crisis. Y que deben reformar el modelo sociocultural abandonado .contra su voluntad hace décadas. Pero el proceso de aculturación (esto es, de sustitución de, sus propios valores y tipos socioculturales por otros impuestos, en este caso los europeos) largamente fomentado ha producido efectos dificilmente reversibles.

Proceso modernizador

Cuando Seidú Badian, ministro de Desarrollo del Malí de Modibo Keit a de los años 60, avisaba de los peligros socio-económicos que esta aculturación representaba para África se le presentaba como marxista y radical. Ahora se pretende que los pueblos afroasiáticos vuelvan a los modelos socio culturales en su mayor parte arrasados por el proceso modernizador, modelos cuya desaparición Badian y otros teóricos tercermundistas temían. Así, el proceso modernizador ha producido, por un lado, el desquiciamiento y la neurosis psicosocial (vía aculturación) que facilita la aparición de los Idi Amín y afines, y, por otro lado, está originando efectos desmodernizadores para los baremos occidentales. Tales como la cancelación de proyectos industriales de desarrollo, el deterioro del sistema sanitario, el aumento de la delincuencia y de la mendicidad urbanas, y el descenso del nivel de vida de las clases medias (inexistentes antes de la implantación colonial).

Nos hallamos pues ante una grave crisis del mundo industrializado, unida a una crisis agobiante en el Tercer Mundo, cuyas principales características son: a) Enorme endeudamiento exterior. b) Draconianas condiciones impuestas por el FMI: por ejemplo, para ayudar, este organismo exigió a Chile un 50% de reducción de su gasto público, y a Argentina, hasta los dos tercios, lo que supone machacar las partidas presupuestarias de sanidad, educación, etcétera, lo que a su vez equivale a mayor mortalidad infantil, analfabetismo y desnutrición. c) Cierta bancarrota en el seno del propio FMI. d) Una política del Banco Mundial, uno de cuyos lemas principales en las relaciones con el Tercer Mundo es "divide y vencerás", procurando en lo posible marginar a la UNCTAD. e) Caída radical de las exportaciones, precisamente porque la deuda exterior es gigante y porque los países subdesarrollados necesitan casi la totalidad de sus ingresos en divisas para pagar sus intereses.

Consecuencias políticas

Fijado el tablero, ¿cuáles pueden ser las consecuencias políticas de la situación que estamos descubriendo y analizando?

Obviamente, ante una mezcla de frustración y resentimiento, los países y pueblos en desarrollo pueden reaccionar de la siguiente manera: por un lado, los respectivos Gobiernos pueden comenzar a organizar seriamente la rebelión contra las directrices político-económicas del FMI.

Pero como ello no será eficaz (ante la actual insensibilidad occidental), no es descabellado pensar que los Gobiernos comenzarán a ser presionados y probablemente desbordados -mediante la revolución- por sus pueblos, muchos de ellos hambrientos o en situaciones precarias. Sin duda, todo ello conducirá a un evidente aumento de la tensión mundial y a un enfrentamíento, de diversa naturaleza, entre el Norte y el Sur.

Desgraciadamente, no hay sígno indicativo alguno, sino al contrario, de que la Casa Blanca vaya a abandonar en las relaciones intemacionales su tradicional concepción de globalismo indiferenciado; esto es, su lema de que en últiina instancia todas las perturbaciones internacionales que afectan a la pax americana están teledirigidas por la Unión Soviética. Es lo que hasta ahora ha llevado a Washington a considerar que una agitación interna en un país no comunista está promovida por Moscú, en lugar de aceptar que las miserables condiciones sociopolíticas existentes en numerosos. países subdesarrollados provocarían tarde o temprano el estallido aunque Moscú no existiese..

Para complicar el tema, a esta actitud de miopía política hay que añadir la cicatería norteamericana en lo que se refiere a la ayuda internacional al desarrollo. Si bien es cierto que todos los países donantes de ayuda al Tercer Mundo discriminan, aunque algunos en muy escasa medida, Estados Unidos se lleva la palma, y relativamente es el menos generoso y, además, en términos relativos, constituye el país menos generoso en otorgamiento de ayuda exterior.

He aquí algunos datos sintomáticos: sólo el 19% de la ayuda va dirigida a los países superpobres. Un 30% de la misma se da a los aliados de EE UU, y un 41 % está claramente motivado de manera política. Algo además que no se oculta.

Emilio Menéndez del Valle, experto del PSOE en cuestiones internaciondes, es embajador español en Jordania.

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