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El desarme europeo, en juego

Reagan invita a la URSS a cooperar de forma constructiva y a reanudar las negociaciones sobre armamento nuclear

El presidente Ronald Reagan, quién hace tres años, al acceder a la Casa Blanca, llamó mentirosos, tramposos y criminales a los dirigentes soviéticos, cambió ayer espectacularmente el tono y el rumbo de su dialéctica y, con la vista puesta en su reelección en el mes de noviembre, propuso a la Unión Soviética cooperar de forma constructiva, reanudar las negociaciones sobre armas nucleares y marchar, conjuntamente, en busca de la paz. No obstante, el cambio de tono, moderado y conciliador, no se vio acompañado por nuevas propuestas y si por una acusación concreta contra la UR SS de haber violado anteriores tratados.

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El discurso de Reagan, televisado en directo para las audiencias norteamericana y europea, se enmarca en un contexto claramente electoralista. Reagan busca presentarse como un líder pacificador, cuando dentro de dos semanas anuncie, casi con toda seguridad, su candidatura a su eventual reelección para otros cuatro años al frente de la Casa Blanca.La tesis de Reagan es simple. La situación económica y la modernización del poderío militar norteamericano -cuyo extraordinario gasto influye directamente en los altos déficit públicos, que hipotecan el futuro de la recuperación económica- han colocado a Estados Unidos en una posición privilegiada para establecer nuevas relaciones con la URSS. "Creo que 1984", dijo Reagan, "coloca a Estados Unidos en su más firme posición para establecer unas relaciones constructivas y realistas con la Unión Soviética".

Poderío militar norteamericano

La credibilidad del poderío militar estadounidense debe incidir, según el discurso de Reagan, para que los líderes soviéticos comprendan que la única salida para la paz es la negociación. En tal sentido,- Reagan recordó que los soviéticos deben regresar a la mesa de negociaciones, en Ginebra, para preparar acuerdos de reducción y control de armas nucleares. Conversaciones que fueron interrumpidas por Moscú, a finales del pasado año, ante la imposibilidad de un acuerdo y debido al despliegue de la nueva generación de misiles Pershing 2 y de crucero en los países de la OTAN, como réplica a los misiles soviéticos de medio alcance SS-20. Sin embargo, para Ronald Reagan "no es un sueño imposible eliminar los riesgos de una guerra nuclear".En los tres puntos principales del discurso, Reagan lanza ofertas prometedoras, pero contradictorias en el comportamiento real de la actual Administración norteamericana.

Reagan propone, primero, "reducir el uso de la fuerza para resolver los conflictos internacionales". (Lo que contrasta con la invasión estadounidense de la isla de Granada o el apoyo de la CIA a la guerrilla contra el Gobierno sandinista de Nicaragua.)

En segundo lugar, Reagan ofrece "negociaciones para reducir los almacenamientos de armas en el mundo". (Principio que contradice el presentar presupuestos militares al Congreso que superan todas las cotas anteriores en época de paz.)

Por último, Reagan pide "establecer mejores relaciones" para la cooperación , la comprensión entre las grandes potencias. (Pero aunque cita la importancia del encuentro de mañana en Estocolmo entre el secretario de Estado de EE UU, George Shultz, y el ministro soviético de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko, el presidente Reagan no alude ni invita al diálogo directo al más alto nivel entre los líderes de las dos superpotencias, Reagan y Andropov.)

A pesar de las escasas novedades de fondo que hay en el discurso, cabe destacar el cambio de lenguaje en el discurso de Reagan hacia la URSS. Ofrece diálogo y paz, en comparación con la retórica de hace unos meses, en la que acusó públicamente a la URSS de potencia diabólica, responsable de todos los males del mundo.

¿Por qué ese cambio de estilo en los análisis públicos de la Administración Reagan hacia la URSS? Un reciente sondeo de la revista norteamericana Time citaba que un 65% de norteamericanos temía seriamente el peligro de una guerra nuclear. Un factor a tener en cuenta en año electoral para el presidente Reagan, aunque los sondeos, hoy por hoy, le dan como favorito ante los aspirantes demócratas.

Por otra parte, en un momento de parálisis en las negociaciones de control de armas entre el Este y el Oeste, coincidiendo con la instalación de nuevos misiles de la OTAN y proyectos para futuras armas en EE UU (incluidos satélites antimisiles), Reagan no tiene otra alternativa que presentarse bajo un signo conciliador, en cuanto al estilo, pero que traiciona la realidad diaria del rearme norteamericano. El barómetro del alcance de las nuevas posturas de Reagan deberá darlo el resultado de la entrevista entre Shultz y Gromiko, prevista para mañana en Estocolmo, si concluye con resultados realistas hacia un principio de deshielo entre Washington y Moscú.

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