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El desarme europeo, en juego

La Conferencia de Desarme de Estocolmo pretende evitar que Europa se convierta en escenario de una guerra accidental

Antonio Caño

El crecimiento de la tensión internacional tras la iniciada instalación de los euromisiles y la retirada de la Unión Soviética de todas las reuniones en las que se discutía sobre reducción de armas ha multiplicado en todo el mundo el interés por la Conferencia de Desarme en Europa (CDE), que el próximo martes comienza en Estocolmo, con la asistencia de 35 ministros de Asuntos Exteriores (Estados Unidos, Canadá y todos los de Europa, exceptoAlbania).

La paralización de las dos conferencias de Ginebra en las que Estados Unidos y la Unión Soviética discutían sobre armas nucleares de alcance medio (INF) y sobre armamento atómico de alcance intercontinental o estratégico (START) ha hecho de la reunión en la capital sueca el único foro en el que las dos superpotencias y los dos bloques pueden intentar reducir el riesgo de una guerra.La expectación y las esperanzas puestas en esta reunión desbordan los objetivos marcados el pasado septiembre en el Documento de Madrid, texto final de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE), en cuyo marco está encuadrada la cita de Estocolmo. La CDE no está expresamente autorizada a negociar sobre armamento nuclear.

Este aspecto limitativo de la CDE puede ser la primera polémica que surja. Fuentes diplomáticas occidentales creen detectar un gran interés por parte de la Unión Soviética y sus aliados del este de Europa por incluir las armas nucleares en el conjunto de la negociación, en contra de la voluntad del otro bloque, que prefiere marcar las diferencias entre esta conferencia y los foros especialmente dedicados a las armas atómicas.

Algún país socialista, como Rumanía, ha manifestado ya su punto de vista favorable a que la CDE incluya el estudio de propuestas como la creación de un pasillo desnuclearizado en las fronteras entre la OTAN y el Pacto de Varsovia, o la firma de un tratado sobre el no uso de la fuerza y de la amenaza militar.

Medidas concretas y realistas

El jefe de la delegación norteamericana en Estocolmo, James Goodby, ha advertido que el éxito de la conferencia está condicionado a que los objetivos que se marquen los distintos países no sean demasiado ambiciosos y estén concentrados en la negociación de medidas concretas y realistas para la reducción del riesgo de guerra.La opinión europea occidental coincide básicamente con este criterio, aunque, igual que EE UU, varios Gobiernos de Europa desearían que la apertura de la Conferencia de Estocolmo sirviera para convencer a la URSS para que vuelva a las conversaciones de Ginebra. En este contexto está prevista la, reunión del próximo miércoles en la capital sueca entre el secretario de Estado norteamericano, George Shultz, y el ministro de Asuntos Exteriores de la Unión Soviética, Andrei Gromiko.

Las posibilidades de que tras esa conversación, y otras que el jefe de la diplomacia de la URSS tiene previsto mantener, con sus colegas europeos (entre ellos el ministro español, Fernando Morán), los soviéticos cambien de postura, a juicio de los medios diplomáticos, son bastante escasas. Gromiko dejó claro recientemente que la URSS no volvería a las conversaciones de Ginebra mientras no se produjese "el retorno a la situación que existía antes del comienzo del despliegue de los nuevos misiles norte americanos en Europa".

Conforme al mandato del Documento de Madrid, a pesar de que una errónea pero ya popularizada simplificación del nombre con que se conoce la Conferencia de Estocolmo haga pensar lo contrario, el tema del desarme no será directamente discutido en la reunión que empieza el martes. El documento final de Madrid explica claramente que la Conferencia sobre Medidas Destinadas a Fomentar la Confianza y Seguridad, y sobre Desarme en Europa (denominación oficial y exacta) se dedicará desde el 17 de enero hasta el 4 de noviembre de 1986 (fecha de la reanudación de la CSCE en Viena) a la primera parte de su cometido, es decir, al estudio de medidas que conduzcan a elevar la confianza entre los Estados y a reducir el peligro de guerra. Sólo en una segunda fase, que debe empezar después de 1986, será analizado directamente el problema del desarme.

Esta fase de la CDE en Estocolmo tratará, por tanto, temas como el control de los movimientos militares de los 35 países, el intercambio de información sobre maniobras entre uno y otro bloque y, en conjunto, todo lo que conduzca a evitar que una guerra de grandes proporciones pueda producirse a partir de un pequeño incidente o de una suma de pequeños incidentes. "La causa más probable de un conflicto no sería un ataque nuclear por sorpresa, sino culpa de la escalada producida por un pequeño incidente", según Goodby.

El Documento de Madrid especifica que "el objetivo de la conferencia, como parte sustantiva integrante del proceso multilateral iniciado por la CSCE, es emprender, con la participación de todos los Estados signatarios del Acta Final, por etapas, acciones nuevas, eficaces y concretas destinadas a hacer progresos en el fortalecimiento de la confianza y la seguridad y en el logro del desarme, con objeto de dar efecto y expresión a la obligación de los Estados de abstenerse de la amenaza o del uso de la fuerza en sus relaciones mutuas".

Las medidas que se adopten en Estocolmo afectarán por primera vez a todo el territorio europeo, desde el Atlántico a los Urales, incluyendo las zonas marítimas contiguas, y, según el mandato de la Conferencia de Madrid, "tendrán relevancia militar", serán políticamente vinculantes e irán acompañadas de formas de verificación adecuadas que correspondan a su contenido".

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