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Salvador García Aguilar, un ejecutivo autodidacta que se replantea su vida después de conseguir el Nadal

"A mí me ha costado todo mucho esfuerzo. Nadie me ha regalado nada y ni siquiera me tocó nunca la lotería, por lo que no tenía esperanza de conseguir el premio" ha declarado a este periódico Salvador García Aguilar, ganador, con su obra Regocijo en el hombre, del último Nadal, quien confiesa que hasta ahora escribía por hobby, pero que está dispuesto a replantearse su futuro después de este golpe de suerte.

García Aguilar, que tiene 59 años, nació en Rojales (Alicante), aunque siendo muy niño vino con sus padres al pueblo murciano de Molina de Segura, donde reside desde entonces. Es director del departamento de exportación de una casa comercial.Es un autodidacta, ya que sólo pudo ir al colegio entre los años 1932 y 1936, pues, como él mismo recuerda, "pertenezco a la generación de españoles que en aquellos tiempos, por la guerra, su única preocupación era encontrar algo para comer. Todo lo que sé lo he ido aprendiendo luego, a costa de esfuerzos personales, sin disponer de ningún maestro".

El flamante premio Nadal no había participado hasta ahora en ningún concurso literario, aunque escribe desde muy joven, ni ha publicado tampoco ninguna de sus obras. Ya en sus tiempos del servicio militar, que hizo en la Escuela Superior del Ejército, en Madrid, consiguió un mes de permiso al ganar un concurso de redacción sobre la conquista de América.

En su quehacer como escritor figuran varias obras inacabadas que ha ido guardando en un cajón. Ahora se está ambientando para escribir otra novela y trabaja asimismo en la preparación de algunos cuentos y de varias narraciones murcianas.

Sobre la semejanza que parece advertirse entre su libro y la obra El nombre de la rosa, de Umberto Eco, García Aguilar descarta todo tipo de influencia: "No he tenido la obra de Eco como referencia, ya que, aunque la compré hace tiempo, aún no pude leerla; por eso difícilmente ha podido influir en mí".

Salvador García es un autor desconocido hasta ahora no sólo a nivel nacional, sino también en la propia Murcia. Y esto no es extraño, ya que no ha publicado ninguno de sus trabajos ni siquiera en la prensa local. Su faceta literaria era conocida tan sólo por sus familiares y amigos más allegados, los mismos que en la noche del premio comenzaron a llegar a su casa, hasta las cinco de la madrugada, en que el autor pudo retirarse a descansar una hora para al día siguiente permanecer al lado del teléfono atendiendo innumerables llamadas.

El nuevo premio Nadal siente una gran admiración por los clásicos, y especialmente por Quevedo: "A mí también me gusta practicar la ironía; de ahí que sienta predilección por Quevedo, sin que esto signifique ni mucho menos un deseo de intentar compararme a él".

Está "afortunadamente casado", según sus palabras, desde hace casi 30 años.

Dentro de unas fechas, cuando termine todo el ajetreo levantado con el premio, este escritor autodidacta se planteará la posibilidad de acabar las obras que guarda en el cajón para darlas a la luz.

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