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Reportaje:Cuba hace balance de 25 años de revolución / 1

"Señores imperialistas, no les tenemos ningún miedo"

ENVIADO ESPECIALUno de los pocos letreros luminosos de La Habana dice: "Señores imperialistas, no les tenemos ningún miedo". Está situado en el malecón, a pocos metros de la sección de intereses de Estados Unidos, ficción diplomática acordada en 1977 con el presidenmte Carter para abrir una virtual embajada sin reanudar relaciones.

Esta dialéctica de acción-reacción se mantiene entre Washington y La Habana casi desde el día mismo (1 de enero de 1959) en que los barbudos guerrilleros de Sierra Maestra derrocaron la dictadura del ex sargento Fulgencio Batista. Los analistas se entretienen aún en juegos adivinatorios sobre lo que hubiera podido ser este país, a sólo 100 millas de Estados Unidos, sin las repetidas conspiraciones anticastristas de la era Kennedy y sin el bloqueo permanente, a cuya cuenta cargan los cubanos cualquier desventura.

Antes de cumplir un año en el poder, aviones procedentes de Florida ensayaron, el 21 de octubre de 1959, un bombardeo sobre la capital, dejando un saldo de dos muertos y 50 heridos. Esa misma mañana se había desbaratado en Camagüey el movimiento sedicioso que encabezó Hubert Matos. El nuevo ministro de las fuerzas armadas, Raúl Castro, proclamó un día antes la decisión de no descansar hasta que "aquel que intente apoderarse de nosotros sepa que aquí sólo encontrará un desierto".

Esta idea recurrente sobrevive hoy aún en todas las prédicas y declaraciones oficiales, aunque con un ligero matiz diferenciador. Ahora no se trata sólo de que el invasor se encuentre un erial, sino de obligarle a pagar un precio tan alto que convierta la intervención en una jugada política suicida.

El Comité Central del Partido Comunista cubano (PCC), reunido el pasado 19 de diciembre en su octava sesión plenaria, establecía entre sus objetivos el de fortalecer la defensa del país "para imponer un costo impagable al agresor".

Durante su primer año como jefe de Gobierno, Fidel Castro no tocó los intereses de los numerosos consorcios norteamericanos instalados en la isla, excepto una reducción de tarifas impuesta a la Cuban Telephone. Washington consideró este gesto como una insolencia, y ningún funcionario acudió a recibir al líder cubano el 15 de abril de 1959, en su primer viaje a Estados Unidos. Como contrapartida, en febrero del siguiente año, el viceprimer ministro soviético, Anastas Mikoyan, firmaba en La Habana el primer convenio comercial entre Cuba y la URSS, y en mayo se restablecían las relaciones con Moscú.

Los primeros meses de 1960 estuvieron cargados de amenazas. Incendios de instalaciones cañeras, estallido en el aire de un avión pirata procedente del espacio aéreo estadounidense y explosión de una bomba en el mercante francés La Coubre, que transportaba armas desde, Bélgica. Fidel Castro acuñó un nuevo eslogan: "Patria o muerte". Quedaba así abierto el camino de la confrontación: 2 de julio, suspensión de las compras norteamericanas de azúcar cubano; 6 de agosto, expropiación de 36 ingenios azucareros y 26 compañías estadounidenses (eléctricas, telefónicas, petroleras); 5 de octubre, primer desembarco anticastrista en Oriente, rápidamente sofocado; 13 de octubre, la nacionalización se extiende a los bancos y a 382 sociedades; 19 de octubre, Washington embarga todas las mercancías destinadas a la isla; 24 de octubre, La Habana nacionaliza las propiedades norteamericanas residuales; 4 de enero de 1961, ruptura de relaciones.

Carácter socialista

En medio de esta secuencia ascendente, Fidel Castro viajó a la sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Obligado a abandonar el hotel en el que se hospedaba, se trasladó, mochila al hombro, a los jardines de la ONU, dispuesto a dormir en la calle. La invitación de un hotelito de Harlem evitó este insólito episodio.

Castro proclamó el carácter socialista de la revolución en un cruce de calles (la 23 y la 12) ya histórico del barrio habanero de El Vedado', el 16 de abril de 1961. El día anterior, aviones norteamericanos habían bombardeado las ciudades de Santiago, San Antonio y Libertad, poniendo en marcha el fiasco de bahía Cochinos.

El último reducto insurgente cayó en playa Girón, el 19 de abril. Los supervivientes que trataban de ganar las costas de Florida en pequeños barcos fueron ametrallados desde el aire. Algunos tanques Sherman, de fabricación norteamericana, quedaron varados en la isla, testigos mudos de la última aventura militar intentada por Washington en territorio cubano.

Para esa época, Fidel Castro había definido las relaciones entre los dos países con la siguiente fórmula: "Golpe revolucionario por cada agresión imperialista". A finales de ese año declaraba ante las cámaras de la televisión cubana: "Soy marxista-leninista y seré marxista-leninista hasta el último día de mi vida". La Habana giraba así definitivamente hacia Moscú.

Desde Kennedy hasta Reagan, ninguna Administración norteamericana sacó a Cuba de su punto de mira. Y como una fruta madura, la isla cayó sobre el regazo de Moscú. Ningún funcionario cubano niega hoy que la URSS salvó a la revolución: le vende el petróleo, le compra el azúcar, la nutre de divisas y le suministra armas (más de 200 Mig, 650 tanques, 50 torpederos con misiles, 2 submarinos, 1 fragata y 50 helicópteros).

La luna de miel ha tenido, a pesar de todo, sus crisis. La primera surgió en octubre de 1962, cuando Jruschov negoció a espaldas de Fidel Castro la retirada de los misiles soviéticos a cambio del final del bloqueo marítimo. La segunda desavenencia vendría en la segunda mitad de los años sesenta, porque Moscú entendía que su política de coexistencia pacifista con Estados Unidos estaba en peligro por el apoyo de Cuba a los movimientos guerrilleros de América Latina, de los que no participaron los partidos comunistas ortodoxos.

Estas relaciones privilegiadas con la URSS no han impedido que Castro reitere la necesidad de prepararse para la defensa sin esperar ayudas de fuera. No son pocos los que creen que Moscú no arriesgaría una guerra total por Cuba.

Desde entonces hasta hoy, sólo con Carter se conoció un tímido deshielo entre Estados Unidos y Cuba, antes de pasar con Reagan a un clima de confrontación. En octubre, la isla de Granada fue escenario del primer enfrentamiento directo, aunque a escala menor, entre soldados cubanos y norteamericanos. Pero no puede decirse, pese a todo, que Cuba viva bajo el permanente temor a una guerra. Se trata de un ejercicio táctico que permite mantener la tensión revolucionaria y que le ha permitido sobrevivir durante 25 años.Y no es poco estando ante las mismas barbas del Tío Sam.

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