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Crítica:CINE /'LOS JUECES DE LA LEY
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Justicia clandestina

Un joven juez californiano se ve imposibilitado de enviar a la cárcel a los presuntos culpables de los asesinatos de menores que inquietan a la ciudad. No duda de la responsabilidad criminal de esos vulgares delincuentes a los que la policía detuvo por casualidad, pero la ley impide aceptar como válidas las pruebas encontradas por azar.Se enfrenta, pues, a la ira popular, defendiendo, contra su voluntad, los principios marcados por la legislación. Otros jueces que coinciden en situaciones similares y se consideran incapaces de reformar la ley de acuerdo a sus deseos deciden establecerse en jurado permanente y clandestino.

Sin leyes, pero con una clara decisión de imponer su criterio, juzgan en solitario la culpabilidad de todos los detenidos. Reunidos en la cámara de las estrellas (The star chamber es el título original), revisan los casos: si el presunto culpable es juzgado responsable del delito que se le imputa, morirá, diga lo que diga la ley.

Los jueces de la ley

Director: Peter Hyams. Guión: Roderick Taylor y Peter Hyams. Fotografía: Richard Hannah. Música: Michael Small. Intérpretes: Michael Douglas, Hal Holbrook, Yaphet Koito, Sharon Gless, James B. Sikking. Drama. Norteamericana, 1983. Local de estreno: Coliseum

Historia real o de ficción, el tema coincide con ciertas inquietudes sociales, que el cine ha recogido, con valentía o timidez, a lo largo de su historia: entre muchas otras, Falso culpable, Sacco e Vanzetti, Testigo de cargo, Confesiones de un comisario, Furia, ¡Quiero vivir! El crimen de Cuenca... Ahora, la libertad de expresión que se va conquistando en todos los países permite desahogar con mayor claridad las inquietudes calladas de los ciudadanos. Es probable que el rigor de la puesta en escena de Hyams, que, conduce la película con sobriedad por los caminos del cine policiaco y, desde luego, de forma superior, a la de sus películas anteriores: Atmósfera cero, Capricornio uno o Nuestro tiempo, venga condicionada por el de su productor, Michael Douglas, que ya había intervenido como tal en Alguien voló sobre el nido del cuco o El síndrome, de China, denunciando en la primera la situación de los centros psiquiátricos y concretando en la segunda una clara negativa a la instalación de centrales nucleares. Hombre, pues, preocupado por la realidad de su tiempo, se esfuerza en conducir sus películas por el camino de la denuncia.

Interviene también como actor en esta película: no tiene la brillantez de su padre, Kirk Douglas, pero tampoco su histrionismo. Sólo en los últimos momentos del filme, cuando éste cae por situaciones dramáticas más rebuscadas y trilladas, él mismo invierte en su personaje menos ecuanimidad.

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