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Federico Sopeña habla en las Cortes sobre políticos y patrimonio artístico

Federico Sopeña, ex director del Museo del Prado y catedrático del Conservatorio de Música de Madrid, habló ayer en el Congreso de los Diputados sobre los políticos y el patrimonio artístico, dentro de la serie de conferencias sobre diversas disciplinas organizadas por la presidencia de las Cortes.Sopeña relacionó la conmemoración de los 50 años de la ley vigente del Patrimonio Artístico con el anuncio del proyecto de nueva ley. Para llegar a estas consideraciones, Sopeña hizo historia de los políticos que se señalaron por su interés personal y por su intento de plasmar ese interés por la defensa del patrimonio artístico en distintas disposiciones legales. En el siglo pasado, al amparo de una concepción absolutamente privada de la propiedad y de una concepción del progreso que despreciaba la ciudad histórica, el patrimonio nacional, con la excepción del Museo del Prado, sufrió un tremendo despojo. Como muestra de ello, Sopeña dio lectura a la publicación en París del anuncio de la subasta de los cuadros del marqués de Salamanca. Frente a ese expolio, considera Sopeña, una sola voz de protesta se alzó: la de Pi i Margall.

En el ámbito de la defensa del patrimonio artístico en España, en el siglo XX fue protagonista el partido liberal a través de las medidas del conde de Romanones y sobre todo de Santiago Alba, jefe del radicalismo liberal. Paralelamente, la labor de Cambó y de la mancomunidad catalana presentó toda una serie de medidas de conservación y protección. Cambó incluso arriesgó parte de su fortuna en el empeño de formar una espléndida colección con la que enriqueció, por medio de donaciones, los museos de Cataluña y el Museo del Prado. A Juan de la Cierva, que fue ministro de Instrucción Pública, de Gobernación, de la Guerra y de Fomento, se le deben también medidas de protección.

Federico Sopeña hizo un largo análisis de la singular sensibilidad de Manuel Azaña durante los años de la experiencia republicana. Su esfuerzo fue paralelo al del ministro Fernando de los Ríos y cuajó en ley de mayo de 1933 y en su reglamento posterior. La labor de estos políticos y el esfuerzo de los grandes historiadores del arte han tropezado siempre, según el ex director del Museo del Prado, con los disparates del mal urbanismo, de la burocracia incompetente y de las trabas para formar un eficaz inventario. En los días finales de las Cortes que se disuelven en 1935, Cambó pronunció un gran discurso alabando la ley en lo que tiene de defensa, pero señalando los grandes vacíos y dificultades para el enriquecimiento de ese patrimonio.

Sopeña relató los sufrimientos de Azaña ante las devastaciones producidas por la guerra civil española y describió la obsesión del presidente de la República por salvar el Museo del Prado de posibles daños. El ex director de esta pinacoteca nacional terminó recordando a Pío Baroja, quien, lamentando el torpe urbanismo en el Madrid de la posguerra, decía: "Inmovilidad y tradición en las ideas, cambio y destrucción en las cosas. A mí me parece que lo contrario sería mejor. Movilidad y cambio en las ideas y tradición en las cosas".

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