Infarto a un condenado a muerte.
Un refugiado cubano, Manuel Quintana, de 30 años de edad, que se encontraba a la espera de ser ejecutado en la silla eléctrica en la cárcel de Richmond (Virginia) y se había negado repetidamente a someterse a una operación a corazón abierto, falleció ayer a causa de un infarto. Quintana había asesinado a una anciana cubana en el campo de refugiados del Estado norteamericano de Pennsylvania en que fue internado tras haber salido de Cuba en 1980 con varios miles de compatriotas.
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