Chastang y Sylvester, a rellenar huecos
El curso de la temporada jazzistica en Madrid se parece mucho a los perfiles de las etapas de montaña del Tour de Francia: grandes cimas, que serían los festivales, entre prolongados abismos, que serían el resto del tiempo. Es entonces cuando les toca luchar a unos cuantos esforzados.Son como los secundarios de las películas. Sólo Bogart, para ese menester de rellenar huecos, tenía a Dooley Wilson o, si no, al mismísimo Hoagy Carmichael, a veces hasta reforzado por una Lauren Bacall con la voz incierta prestada por un juvenil Andy Williams. Pero, claro, esto no es Casablanca ni la Martinica, ni estamos ya para mitologías; así que nos toca conformarnos con lo que hay.
Miguel Ángel Chastang, Jorge Sylvester y los suyos proceden de distintos sitios, pero su sonido pertenece por entero a Madrid. Chastang hasta ha dedicado un blues a Viriato, la calle, no el pastor lusitano. Como la violencia, es decir, venga de donde venga, Marti Cuevas es nuestra particular versión femenina de cosa tan imprescindible en el jazz como el saxo tenor, al que, tal como están las cosas aquí, casi habría que llamar saxo heldentenor, saxo tenor heroico. En cuanto a Jorge Sylvester, yo creo que es panameño sólo para que podamos presumir de tener un jazzman con pinta de jazzman.
Miguel Ángel Chastang-Jorge Sylvester Sextet
Auditorio del Centro Cultural de la Villa. Madrid, 24 de noviembre de 1983.
El grupo se presenta estos días en el Centro Cultural de la Villa en unos conciertos que se han divulgado muy poco -aunque algunos han hecho todo lo que han podido-; así, su primer intento de poner música a esa aventura imposible que es la noche de Madrid tuvo mucho de ensayo con público. No hubo ambiente, y los músicos tuvieron que limitarse a exponer su repertorio, unas composiciones en las que las frases tremolan como a la busca de una soñada big band.
El batería, Tony Moreno, parecía menos preocupado de dar golpes que de enseñar un perfil cool. Los demás cumplieron, y Chastang hasta hizo un solo de mérito. Luego, para que se vea lo que es vocación, se fue a tocar con otro grupo a la inauguración de uno de esos locales que, con cierta asiduidad, abren en la capital algunos santos con más moral que el Alcoyano.
Babelia
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