Tokio se prepara para reforzar su potencial bélico defensivo
Japón se prepara para reforzar su papel militar, dentro de los límites de autodefensa fijados constitucionalmente, de forma progresiva y con la prudencia necesaria para no inquietar a los vecinos. Nadie quiere resucitar el viejo militarismo japonés, pero Tokio está preocupada por la presencia de misiles SS 20 en la Siberia soviética.
ENVIADO ESPECIAL
Uno de los qbjetivos de la visita a Tokio del presidente norteamericano Ronald Reagan fue insistir en que Japón dedique más dinero al presupuesto militar. El ambiente fue favorable, y todo indica que Japón camina hacia una potenciación de sil papel militar, sin salir del marco constitucional, que limita el poderío a la "autodefensa", porque "Japón no tiene enemigos en este momento, como ocurre, por ejemplo, con Corea del Sur", comentan en medios del Consejo Nacional de Defensa, en Tokio.
La tesis general, en un asunto que puede llegar a ser polémico en la vida política japonesa, donde el recuerdo de la segunda guerra mundial continúa vivo en muchas mentes, es que la defensa de Japón no corresponde al poderío de esta segunda potencia económica mundial. En Tokio se subraya que el ambiente internacional ha cambiado en los últimos años, con el espectacular crecimiento de la Unión Soviética, junto a los últimos acontecimientos sangrientos en el área asiática, como el derribo del avión surcoreano que violó el, espacio áéreo de la U RSS y el atentado en Birmania contra miembros del Gobierno surcoreano por parte de Corea del Norte.
"La mejor disuasión contra las armas nucleares es renunciar a ellas", comenta el director del Consejo Nacional de Defensa, Keiichi Itoh, centrando el tema en el mayor temor de la humanidad: la guerra nuclear. Japón, único país que ha sufrido la devastación de las armas atómicas, en Hiroshima y Nagasaki, parece haber quedado vacunado ante el arma nuclear.
SS-20 soviéticos
Sin embargo, en la Zona asiática fronteriza con Japón, en la Siberia soviética, hay unos 120 misiles SS-20, cada uno equipado con tres ojivas nueleares, capaces de repetir en cualquier punto asiático el drama de Hiroshima. En Tokio repiten que no quieren armas atómicas. Éstas están, sin embargo, presentes cuando barcos de la VII Flota norteamericana equipados con misiles nucleares fondean en puertos japoneses.
Al margen de la polémica núclear, en lo que sí están de acuerdo norteamencanos y japoneses es en la necesidad de mejorar la calidad de las fuerzas de autodefensa japonesas", explica Itoh, Actualmente, Japón cuenta con un Ejército de 156.000 hombres, una flota de 166 bareos y 350 aviones militares. Hay que añadir la presencia de 26.000 soldados norteamericanos estacionados en Japón, junto a 180 aviones y la visita permanente de unidades de la VII Flota de Estados Unidos.
Japón se orienta hacia un incremento progresivo del gasto militar, con el visto bueno de EE UU y con la suficiente prudencia como para no inquietar a sus vecinos. Nadie quiere reavivar el recuerdo del militarismo japonés, que controló media Asia durante la segunda guerra mundial.
¿Continuará dedicando Japón sólo el 1% de su producto interior bruto a la defensa? "El porcentaje del 1% es un número político", puntualiza ltoh, desde su despacho de consejero del primer ministro para Asuntos de Defensa. Punto de vista que corroboran las recientes declaraciones del ministro de Asuntos Exteriores, Shintaro Abe.
La mejora del Ejército en Japón se hará en el sentido cualitativo y no cuantitativo. "Japón es una isla, y debe garantizar sus rutas", explica Itoh, "porque la defensa del mar es muy importante". Para ello, Japón modernizará su sistema de lucha antisubmariná, junto al deseo de controlar las fronteras marítimas en una zona de 1.000 millas náuticas.
En política exterior, Japón cuenta, ante todo, con sus relaciones con Estados Unidos. No en vano este país es el primer cliente de Japón SA, en sus múltiples productos, que van desde automóviles a la moda femenina, pasando por la formalización reciente -durante la visita de Reagan a Tokio- de la firma de un acuerdo para la venta de alta tecnologia japonesa a la industria militar estadounidense. En contrapartida; el Gobierno japonés, sobre todo durante el actual mandato del primer ministro Yushiro Nakasone, se ha alineado progresivamente con las tesis de la Administración Reagan en el terreno de la política exterior.
Durante la última cumbre de las primeras potencias occidentales celebrada el pasado verano en Williamsburg (Virginia), Nakasone dio su firme apoyo al despliegue de misiles norteamericanos en Europa.. Fue un primer paso de Japón hacia la doctrina de la OTAN, a pesar de que Tokio no es miembro formal de la Alianza Atlántica.
Japón teme que Estados Unidos pueda sacrificar sus intereses en Europa a unos compromisos con la Unión Soviética, que acaben perjudicando la seguridad en la zona asiática. Tokio desconfia de cualquier acuerdo sobre euromisiles que pueda marginar a los misiles de alcance medio que la URSS tiene instalados en la zona asiática. En tal sentido, el Gobierno de Nakasone recibió garantías por parte de Ronald Reagan de que no habrá acuerdo en Ginebra -si realmente lo hay- en perjuicio de la seguridad occidental en Asia.
Estado proteccionista
Si en materia d e seguridad el acuerdo entre Japón y Estados Unidos no ofrece problema, las cosas cambian cuando se trata de relaciones comerciales. Washington se queja del enorme déficit de la balanza comercial (unos 23.000 millones de dólares en 1983).
De cara a EE UU, los, gobernantes nipones quieren cambiar,la imagen de Estado proteccionista y parecen dispuestos a abrir brechas para los productos norteamericanos, en primer lugar, y para los de países de la CEE. En Japón la influencia en la política exterior se gesta más en la asociación de grandes conglomerados económicos que en el Ministerio de Asuntos Exteriores.
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