_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La lengua española en Colombia

Por primera vez un país latinoamericano tiene un atlas en el que se puede estudiar la difusión de las palabras: el Atlas lingüístico-etnográfico de Colombia, que se está publicando desde 1981 en Bogotá.Cada mapa corresponde a una palabra o giro. En Colombia se han escogido 262 localidades. Nunca se había hecho un atlas de éstos en la América tropical. Y la inmensa mayoría de los puntos estudiados corresponde a las zonas de colonización antigua. Los extensos territorios del Sur oeste, que bajan hacia el Orinoco y el Amazonas, están representa dos por sólo una docena. Los en cuestadores han recorrido todo el mapa, desde el mar Caribe hasta las, fronteras de Ecuador. Algunos pueden jactarse de haber recorrido 40 o 50 puntos, algunos, más, hasta pasar del centenar. José Joaquín Montes, para dos palabras, ha recorrido más de 200. Conseguidas las respuestas, contrastadas las dudas, por fin se van publicando los volúmenes. Hemos visto dos, y se espera la pronta publicación del sexto y último, justo orgullo de la ciencia y de las prensas colombianas.

Nunca se había realizado tal empresa en América. Sólo en Estados Unidos Hans Kurath dirigió el de Nueva Inglaterra, una pequeña parte de aquel inmenso país, región de colonización antigua y por eso no tan uniforme en su inglés como todo el Medio Oeste y el Oeste.

Desde 1959, cuando se comenzaron a reunir los materiales, han ido los encuestadores interrogando a las gentes sobre los cuestionarios preparados. Han grabado cintas magnetofónicas, han hecho millares de fotografías y han reunido materiales que testimonian, la vida y el trabajo popular, en estos tiempos de cambio y sustitución de técnicas tradicionales, todo lo cual permite iniciar un museo en la tan evocadora sede del instituto, en Yerbabuena, cerca de Bogotá.

El Instituto Caro y Cuervo, a los 40 años de su fundación, puede estar orgulloso de la obra. "El, Atlas", escribe Luis Flórez, director de los trabajos de encuesta y, publicación, "es obra extraordinaria en el medio colombiano". Y, añadiríamos, en todo el ámbito de nuestro idioma. Y extraordinaría es la dedicación y continuidad, -raras en nuestros climas- del instituto que lo ha realizado.

En la América de nuestra lengua es un ejemplo estupendo, y, dada la extensión y variedad de: Colombia, la información que el Atlas nos da es orientadora para, los países vecinos, y también para él español de los países del Caribe, y, en general, para toda la América de nuestra lengua, y, para España misma.

En el Atlas tenemos ejemplos, de lo que es la vida real del idioma en las entrañas del pueblo. Vamos a verlo en un par de ellos.

La palabra arroyo, que nos parece tan viva en España, donde tiene prosapia no latina, sino indígena, atestiguada, como nos dice Corominas, en el naturalista Plinio en un femenino arrugia, que significa "galería larga excavada en las minas de oro", y que se halla igual en portugués y parecida en vasco y en dialectos del suroeste de Francia, parece que tiene en aquella párte de América la vida amenazada.

Arroyo se mantiene en Colombia en la costa. del Norte; más al Sur los ejemplos quedan aislados, y en la mayoría de los puntos estudiados se dice no arroyo, sino quebrada. Ésta es también palabra española, pero en el uso general no se aplica. a una corriente de agua. Y, sin embargo, en el artículo que publicó en EL PAÍS Gabriel García Márquez el pasado 7 de septiembre, el famoso novelista fabula sobre una colombiana, Frau Roberta, que se fue en su juventud a Viena a estudiar canto y se quedó allá, viviendo de sus sueños, que la siguieron acompafiando toda su vida. En su infancia,por las tierras de Antioquía, tuvo uno en el que -nos cuenta el novelista- "soñó que uno de sus hermanos era arrastrado por un torrente, y la madre, que todo lo creía, le prohibió al hijo lo que más le gustaba, que era bañarse en la quebrada".

Lo gracioso es que en el mapa de arroyo, tanto en el punto más próximo al pueblo de Frau Roberta como en el que corresponde a Aracataca, el pueblo de García Márquez, se encuentra registrada como viva esta palabra. Pero es que en los países americanos la realidad social y política confiere prestigio a las capitales y zonas más ricas y desarrolladas. Los arcaísmos de la colonización tradicional pueden desaparecer ante las innovaciones de los focos de desarrollo más reciente. Nos divertimos pensando que en la mente de Frau Roberta, y también en la del escritor, era arroyo la palabra viva, pero en la pluma ha pesado el más prestigioso, por general en el uso y dominante en las mayores ciudades.

No podemos dar otros ejemplos. Me limitaré a dos palabras indígenas que han entrado en el español. Para tortuga se usa la voz caribe morroca y en el noreste y este del país. Hubo lenguas de esta gran familia, precisamente en aquella parte de Colombia, en Santander y en el valle del Magdalena, y aún las hay vivas en la Guajira e inmediaciones. Pero en los departamentos costeños del Noroeste se encuentra, en vez de tortuga, una voz arahuaca: jicotea, que ha entrado igualmente en el español de las Antillas. Parece que no hubo, en esos departamentos, arahuacos en la época indígena, por lo que, evidentemente, la voz fue llevada por los españoles, que desde las Antillas, precisamente, intentaron, en los primeros decenios del siglo XVI, la difícil colonización del Dañén.

es académico de la Lengua Española.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_